A menudo oigo comentarios como "ya no hay quién entienda la política". La gente muestra su impotencia para comprender un sistema, aparentemente, cada vez más complejo. Pero, a pesar de esa manifiesta incomprensión, esas mismas personas no dudan en exponer sus opiniones sobre todo o casi todo, y no en su círculo de familiares o amigos íntimos, sino públicamente. Bien, me parece bien, por supuesto, que todo el mundo opine de lo que le parezca, sobre todo si es sobre cosas que surgen de su propia experiencia, pero tengo más que comprobado que, en muchos casos, quienes no entienden es porque no se molestan lo más mínimo en entender. Es decir: no leen.
Yo no tengo ebook, me encanta el papel (aunque preferiría que todo fuera reciclado), incluso para tocarlo y olerlo, pero encuentro fútil la discusión sobre si es mejor el soporte de papel o el electrónico. Lo cierto es que no se leen libros ni en uno ni en otro, y me refiero ahora a los libros de ensayo, ésos que nos explican por qué suceden las cosas. Les aseguro que los hay suficientemente sencillos como para que estén al alcance de cualquiera (incluida yo, que tengo una formación desordenada y claramente insuficiente) que realmente desee entender.
En lugar de leer libros, mucha gente, sin embargo, se pasa el día leyendo los mensajes de las redes sociales (yo diría que hay quienes viven en ellas), participando en foros de debate sobre casi todo tipo de cosas, pero, ¿qué demonios puede realmente explicarse en 140 caracteres; qué asunto de alcance, como la crisis económica, puede ser documentado y argumentado en ese espacio?
No tengo reticencias a las redes sociales (son un medio de comunicación fascinante y participo en ellas), pero sí contra el hecho de que, cada vez más, monopolice la información y sustituya el debate. En mi opinión, están cobrando un poder excesivo, como el del gigante con pies de barro. Y, así, no me extraña que, como se afirma, hayan sido las protagonistas de las revoluciones del Norte de África. Las redes sociales se han hecho tan fuertes que son capaces de derrocar a los tiranos... ¡estupendo!... pueden destruir, ¿pero pueden construir?
De momento, en Túnez se está produciendo un éxodo masivo y en Egipto gobierna el Ejército.
Los manifestantes argelinos tienen como objetivo nada menos que echar abajo el sistema (ciertamente, el sistema es injusto en su raíz y lo es aún más desde que, tras la caída del Muro de Berlín, no tiene competidor frente al que oponer cierta supremacía moral), pero no se menciona con qué otro sistema quieren sustituirlo.
El tiempo dará la respuesta a estas inquietudes, que, ojalá, sólo sean eso, pero mucho me temo que no pueda crearse un sistema nuevo en tan sólo 140 caracteres.