miércoles, 5 de mayo de 2010

Un ordinal, por favor


Decidido. Este año no celebraré el 40 aniversario del Día de la Tierra (y lo siento de verdad), ni el 92 de la independencia de Lituania (lo siento menos, ciertamente), ni el 125 del nacimiento de Blas Infante o el 91 de la muerte de Zapata o el 30 de la de Rodríguez de la Fuente; no celebraré el 20 aniversario de la liberación de Nelson Mandela, la creación de Photoshop, la puesta el órbita del telescopio Hubble, y ni tan siquiera el 100 del nacimiento de Miguel Hernández.
Estoy harta de cardinales y, aunque el nombre cardinal es mucho más bonito y evocador que el de ordinal, porque prefiero orientarme que seguir el orden, añoro enormemente esas palabras que, por difíciles, resultan tan especiales: cuadragésimo, nonagésimo segundo... Porque, ¿quién puede negar la belleza de un, por ejemplo, sexagésimo sexto o quincuagésimo quinto? Y, por contra, ¡qué incoherente resulta decir el veinte aniversario o el 13 centenario!
Les pasa a los ordinales lo que a tantas normas (como el plural de las palabras terminadas en "i", que parece una bobada, pero yo no me acostumbro a vivir entre marroquís o hindús), por no decir tantísimas palabras, que ya no es que caigan en desuso, yéndose al limbo de las palabras olvidadas, sino que, a menudo, son asesinadas por otras, importadas tal cual o deformadas, del idioma inglés.
Cierto que la lengua tiene que evolucionar, al modo en que evoluciona la sociedad, pero esa evolución hacia el empobrecimiento le recuerda a una, de forma demasiado dolorosa, esa evolución social hacia lo simplificador, lo mísero, lo tópico, lo gregario... Y, en todo caso y sobre todo, estoy dispuesta a aceptar (¡qué remedio!) la inevitabilidad de ese camino paralelo, pero lo que rechazo de pleno es que, tan a menudo, el lenguaje cambie no porque cambie la forma de hablar de la gente, sino por la ignorancia de quienes hablan para los demás con eco inmerecido, a saber, periodistas, políticos y famosos; de modo que si su ignorancia les lleva a desconocer el uso de los ordinales, no sólo tienen la cara dura de sustituirlos por cardinales sino que, encima, lo hacen con tal desparpajo e insistencia que consiguen generalizar sus errores.

7 comentarios:

  1. Como se nota que eres escritora, tienes toda la razón, pero es difícil luchar contra lo que día tras día nos van metiendo por los ojos, has pensando que al paso que vamos, todo se va a simplificar de tal forma que nuestros hijos acabarán o inventando su propio lenguaje de monosílabos o gestual volviéndose mudos por iniciativa propia? A veces me resulta imposible descifrar esos micromensajes telefónicos que envía mi hija que posiblemente contienen muchísima información pero que sólo verlos horrorizan. Es una cadena que se ha puesto en marcha hace tiempo y a ver ahora quien la rompe ...

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  2. Tienes razón Esther, pero todo viene de lo mismo, de la mediocridad avasalladora de nuestra sociedad actual. Todo es mediocre, sencillo, fácil y cómodo.
    ¿Sabes como nos llaman en Canarias a los que luchamos contra esta mediocridad y tratamos de saber cada día un poco más? Enteradillos. Te puedo asegurar que aquí resulta un insulto muy duro.

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  3. Eso de "enteradillo" me suena a cuando el padre de Matilda la acusaba de ser "demasiado lista", como si hubiera un "demasiado" para eso. Es ésta, en verdad, una sociedad cada vez más infantilizada y superficial, en la que uno de los principales problemas es que se actúa de forma inconsciente, siguiendo dictados que ni siquiera sabemos que se nos imponen ni por parte de quien... precisamente porque no nos enteramos, porque faltan "enteradillos" como tú que indagan en lo que sucede y, sobre todo, en el por qué.

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  4. Mira, yo simplemente no celebro aniversarios porque se me amontonan: cada día hay dos o tres que celebrar; demasiadas tartas con velas para mi diabetes.

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  5. Por cierto que, según Google, hoy es el centésimo septuagésimo aniversario del nacimiento de Tchaikovsky. Pues estupendo para quien les guste. A mí siempre me resultó empalagoso y relamido hasta el exceso, valga el atrevimiento.

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  6. lo que más me intriga es a que te evoca la palabra cardinal.

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  7. A los puntos cardinales que, aunque yo carezco del sentido de orientación, nos ayudan a ubicarnos en el mundo.

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