sábado, 31 de diciembre de 2022

¡Feliz Año a las supervivientes!



 A muchos hombres y a bastantes mujeres, les aburre el tema de la violencia de género, porque lo han convertido en un debate teórico: ¿debe llamarse de género, machista, familiar, intrafamiliar...?, ¿puede compararse a cualquier otro tipo de violencia, como el del nieto que mata a la abuelita...?, ¿hay más que antes o sólo se denuncia más?, ¿es una realidad o una excusa de las mujeres para ejercer dominio sobre sus maridos o ex maridos?, etc, etc. 

Pues bien: María tenía esclerosis múltiple y el pasado 29 de noviembre se cayó al suelo; su marido la dejó allí durante cinco días, hasta que murió el pasado 4 de diciembre, después de décadas de malos tratos. Elena estaba embarazada y a punto de tener su tercer hijo cuando su ex pareja la asesino a cuchilladas, frente a los dos hijos que tuvo con él, el pasado día 28. Rebeca fue acuchillada en el abdomen y la cara por su pareja un día antes; su hermana también había sido asesinada por su pareja, que la arrojó por la ventana de un quinto piso cuatro años antes. Vanessa fue asesinada a golpes, después de haber denunciado en cinco ocasiones a su agresor. A Ángela la quemaron dentro de su casa el 10 de diciembre; a Irina, su agresor, con el que tenía cinco hijos menores, la encerró en el trastero después de golpearla y la encontraron allí, muerta, el día 16. Yaqueline había denunciado a su marido, padre de sus tres hijos, pero la orden de alejamiento no evitó que la matara dándole tres puñaladas en el pecho el día 17. Y fueron asesinadas Carmen, Soraya... así hasta trece mujeres sólo en este pútrido mes. Con ellas son ya 48 las mujeres que no llegarán a ver el nuevo año, a las que hay que sumar otros 19 feminicidios fuera de la relación de pareja.

Las nuevas medidas del Gobierno no son, obviamente, suficientes, y no lo son porque la sociedad se está moviendo a la contra, hacia una sociedad cada vez más machista o más permisiva con el machismo; una sociedad de jóvenes atrapados en la banalidad interesada de las redes, la hipersexualización de sus referentes y la violencia verbal generalizada.

¡Basta de debates semánticos! Nadie se puso a discutir durante los años del terror etarra la categoría de los muertos. Todos sabían que eran víctimas del terrorismo nacionalista, es decir, de un grupo de desalmados que consideraban que la aspiración a ser una nación merecía el asesinato de los opositores. Nadie debiera dudar de que estas mujeres son víctimas del terrorismo machista, es decir, de un grupo de desalmados que consideran que la sumisión de la mujer al hombre merece ser impuesta por la violencia hasta la muerte. Y ésos que, diez años después de que ya no exista ETA, llaman filoterroristas a quienes pactan con los nacionalistas, deben saber que ellos son filoterroristas cuando banalizan o niegan el terrorismo machista que, ése sí, no sólo está vigente sino que suma ya en nuestro país cerca de 1.200 víctimas frente a las 853 de ETA. 

En vez de bendiciones, esta Navidad yo les maldigo: ¡Caiga sobre las conciencias de quienes niegan la violencia machista ese raudal de sangre vertida en nuestro país y la sangre de las mujeres iraníes asesinadas por mostrar su pelo y la de las mujeres afganas que mueren porque no se les permite recibir atención médica y de todas las mujeres que, como decía John Lennon, son las esclavas de los esclavos! 



viernes, 2 de diciembre de 2022

El precio justo


Lo han hecho. Se han atrevido a hacerlo. El Parlamento ha aprobado los Presupuestos Generales y éstos han incluido un impuesto a los bancos. La cosa parece clara y razonable. Se les pide a los banqueros que devuelvan al Estado una pequeñísima parte de los beneficios extraordinarios que están ganando gracias a la crisis (la crisis ha disparado la inflación, ésta ha provocado la subida de tipos de interés y ahí es donde están esos ingresos extraordinarios caídos del Banco Central Europeo y el FMI). La cuestión no es de cuánto dinero se trate (migajas para los bancos) ni que ese dinero vaya a fortalecer al Estado y, por tanto, a la democracia (eso les resulta más grave); la cuestión probablemente es el hecho en si de que un Gobierno se atreva a tocar la caja de los bancos: es como atentar contra el sagrario de la Iglesia, es ir directamente contra el Todopoderoso, puro anatema que merece la hoguera. Y mucho me temo que la tendrán. Que les pregunten si no a los únicos políticos que se atrevieron a intentar hacer lo mismo: Yanis Varoufakis y Lula Da Silva.

De hecho, no ha pasado ni una semana y la política de declaraciones salvajes y bulos descomunales se ha multiplicado por mil. Acusan sin pestañear de hacer una ley a favor de los violadores a la primera ministra feminista que ha tenido este país; aparece en todas las intervenciones de la derecha y la ultraderecha (hasta en un debate sobre el transporte ferroviario) la palabra filoterroristas para dirigirse al Gobierno (el Gobierno, por cierto, del partido que terminó con el único grupo terrorista que ha habido en España, ETA); Ayuso (o, mejor dicho, Miguel Ángel Rodríguez, que es quien pone las palabras en su boca) se atreve a decir públicamente barbaridades como que el Gobierno va a prohibir las bromas y la música de los 80 y 90 (talmente como una chiflada que no se ha tomado su medicación, pero sin despeinarse) y las redes sociales arden con memes tan enloquecidos como "se destapa que Sánchez tiene varios trastornos mentales".

Aunque todos estos disparates puedan parecer el clímax, lo cierto es que no han hecho más que empezar. Ahora empezará a correr el dinero, porque a los bancos les sobra cuando es para una buena causa, sobre todo el negro. Es el tiempo de los enemigos internos. El precio del coraje del Gobierno haciendo lo único justo que se debe hacer durante una crisis (justo lo contrario que hizo el PP en la de 2008: coger el dinero de la gente y regalárselo a los bancos) lo pagaremos todos. Pero será un precio justo.