miércoles, 30 de junio de 2010

Ético, estético y ecológico

He entrado a ver la exposición en el Centro Leonés de Arte sobre el libro de Ramón Carnicer "Donde las Hurdes se llaman Cabrera", el primer "libro de viajes" que leí y que escribió a partir de un recorrido por esta comarca leonesa hace justamente cuarenta y ocho años. El libro, que leí antes de conocer La Cabrera, me sorprendió y fascinó en su momento, por la sencillez y rotundidad con que estaba escrito, por la enorme verdad que emanaba; era de esos libros en los que crees ver claramente al autor, en este caso, como una persona valiente y tremendamente honesta. Por eso, además de gustarme el libro (lo releí años después, cuando ya había visitado esos lugares, y volvió o encantarme), me quedé prendada del autor.
Trabajando en Radio Nacional tuve la oportunidad de conocerle. Le hice varias entrevistas cortas pero, sobre todo, una más larga, en Ponferrada, en la que pocas veces he escuchado tantas ideas interesantes y tan bien expresadas. Entre ellas, la definición de cultura que, desde entonces, haría mía: "la cultura, para serlo, debe ser ética, estética y ecológica".
Viéndole en la fotografía expuesta en la que él mismo aparece con su mochila y su sombrero de paja, recorriendo esos 150 kilómetros ojo avizor, realmente se ve que él era así, como atestiguan también sus diatribas contra la electricidad, el invento a partir del cual comenzaron, según me dijo entonces, los problemas del planeta y del propio ser humano contemporáneo. Era un sabio y, como tal, tan modesto como genial. Para quienes no le hayan leído, les pido que lo hagan. Y pido a las instituciones competentes, una mayor atención a su figura y mayor promoción de su obra.

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