Antes se decía que había solteras y solteronas, y la diferencia era que las primeras lo eran por elección, en tanto las segundas eran las que no pillaban marido por más que lo intentaran. La diferencia era tan ofensiva como ridícula, porque, ¿dónde está la línea? Por ejemplo, ¿renunciaría una soltera a emparejarse si se enamorara de un tipo hipersupermaravilloso que la quisiera con locura? Si la respuesta es "no", entonces ¿cómo puede decirse que antes de que apareciera Romeo era una soltera por elección? O, si una solterona tiene la oportunidad de emparejarse con un hombre que le convenga pero del que no esté enamorada, y no lo hace, ¿pasa a ser soltera?
En fin, las emociones humanas son demasiado variadas y cambiantes como para encasillarlas.
Pues bien, a estas alturas parece que aún no hemos superado esa absurda clasificación.
Desde hace 23 años, una asociación leonesa, Isadora Duncan, con María García a la cabeza, lleva peleando por los derechos de las madres solteras, ahora llamadas familias monoparentales. Pero, de pronto (hace unos tres años), surge otra asociación llamada Madres Solteras por Elección. Es algo así como diferenciar a las madres solteras entre las pringadas y las pijas.
Ciertamente, hay madres solteras que se quedaron preñadas sin desearlo y a las que el "preñador" dejó plantadas pero, entre ellas, hay miles de casos, de motivaciones y de emociones. También hay madres que se quedaron preñadas deseándolo y que desde el principio prescindieron del "preñador", vía banco de semen o de otras maneras y, de nuevo, estoy segura de que entre ellas encontramos muchas historias personales de lo más dispares, algunas de las cuales seguro que se parecerán más a las de quienes, quedándose preñadas involuntariamente, optaron voluntariamente por prescindir de su pareja.
En definitiva, si se quedaron o no embarazadas a voluntad no influye nada en su condición actual, porque unas y otras decidieron ser madres: ésa es la cuestión. Y si no hay padre porque éste no quiso serlo o porque ella decidió que no lo fuera (tanto si él era un novio más o menos casual o un botecito de semen), el caso es que ellas son madres sin pareja, y ésta es también la cuestión.
Sus problemas son los mismos, sus derechos también deben ser los mismos... Entonces, ¿qué sentido tiene crear una asociación similar a la de Isadora Duncan pero con esa coletilla de "por elección"? ¿Aparecerán otras de madres solteras plantadas y sin novio, madres solteras que no quisimos casarnos con el padre de la criatura, madres solteras que tenemos apoyo familiar, madres solteras incomprendidas, madres vocacionales solteras...?
Obviamente, una asociación debe aglutinar a quienes tienen una situación objetiva común y unos fines comunes, pero me parece una majadería que se cree en función de motivaciones subjetivas.
Dieciocho años de escritura en este blog, La Acequia.
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El 11 de octubre de 2006, publicaba mi primera entrada en este blog. Los
números son los que son: 4.342 entradas publicadas, la mayor parte con
imágen...
Hace 5 semanas
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