domingo, 16 de julio de 2023

Hibristofilia, abstención y eunomía

 


Mi amiga es de Vox. No puedo discutir con ella de política. Me gusta el debate y siempre he tenido amigos de distintas ideologías y creencias. El problema es que no podemos debatir ninguna noticia porque no hay ninguna noticia que las dos conozcamos. He de decir que mantengo mi ritual de periodista de leer cada día varios periódicos –afines y no afines-, pero mi amiga no se informa por la prensa sino por las emisoras de radio y cadenas televisivas de ultraderecha, cuya información no es tal, pues básicamente se dedican a propagar bulos o noticias burdamente retorcidas. Los medios de comunicación siempre han tenido una línea editorial y han sido tanto más populares cuanto menos definida era. Hoy, sin embargo, el problema no es que esa línea editorial se haya hecho más radical y que los lectores sólo acudan a los medios afines para informarse, sino que prácticamente nadie lee ninguno. La información viene –aún sin buscarla- por medio de titulares desquiciados, memes; artículos sin firma, noticias sin fuentes, debates entre interesados vocingleros o, simplemente, tramposos; rumores, consignas… en definitiva, Red Bulolandia. Así que si yo intento discutir sobre, por ejemplo, las nuevas medidas de los ayuntamientos ultras para eliminar los carriles bici o las políticas medioambientales, ella me dice que no sabe nada de eso, pero que le interesa más que el presidente del Gobierno tenga negocios de prostitución y tráfico de drogas; o que la izquierda se haya aliado con las farmacéuticas para crear nuevos virus y matar a los ancianos con las vacunas, o que se esté ocultando a la población que el CO2 es sanísimo para beneficiar a los ecologistas que, a su vez, han ocupado las instituciones europeas para… no sé… reconozco que, a menudo, soy incapaz ni de oír esas presuntas e impactantes noticias que yo ni siquiera encuentro en los periódicos más tendenciosos.

Cada vez me recuerda más esta amiga a uno de los personajes de mi novela “Misterios Gozosos”, que almacenaba todas las teorías conspiranoicas posibles, formadas –en el peor de los casos- por una semilla de verdad que hacía crecer en una auténtica enredadera de falsedades y/o estupideces; teorías, por cierto, que nos desvían de las verdaderas conspiraciones, como el totalitarismo digital que ejercen las grandes corporaciones y las dictaduras.

Pero hay otro asunto que me inquieta, y es su admiración por una figura como la de Santiago Abascal. Ella siempre ha sido una mujer culta y de excelente gusto en todo; sin embargo, ahora se burla de “un presidente que viste como de Corte Inglés”, pero le encanta un tipo que viste con la ropa de un cazador de tres tallas menos. Y es que lo ve “como muy hombre”. Sí, quizá vuelve a ponerse de moda la masculinidad mal entendida, la del Varón Dandy, pose torera, escupitajo en la acera y pecho lobo. En el caso de mi amiga, puede que haya una historia de frustración sexual detrás, pero yo veo cierta hibristofilia: la atracción por los “chicos malos”. Los psicólogos estudian con fruición por qué los peores criminales – Manson, Breivik, Josef Fritzl…- reciben apasionadas cartas de amor de mujeres difíciles de catalogar. Al parecer, la mayoría de ellas tienen vocación de redentoras y lo que les atrae es convertirles en buenas personas, traerles al buen camino; lo que, supongo, es, en el fondo, la necesidad de ejercer un poder que se les ha negado. Yo creo que debe ser determinante la atracción por la fuerza, ese estereotipo de hombre que no rehúye la violencia y es capaz de proteger a su mujer de cualquier tiranosaurio rex, aunque recientemente he leído un estudio según el cual en la Prehistoria las mujeres no se limitaban a amamantar a sus crías y recolectar bayas, sino que se dedicaban, como los hombres, a la caza menor y mayor, así que se ve que los estereotipos son aún más fuertes que la herencia genética y aquello que nos han enseñado durante siglos tiene mayor efecto en nosotros que la propia realidad.



https://www.nationalgeographic.com.es/ciencia/las-mujeres-del-neolitico-tambien-cazaban-_16060

Pero avancemos unos siglos para tratar otro problema que yo veo en la sociedad actual y que puede explicar el avance de esas actitudes retrógradas e ideas desquiciadas: el abstencionismo, que ya no es lo que antes se llamaba activo, sino una inconsciente despreocupación hacia la política. En una sociedad infantilizada de “porque sí, porque no y a mí qué” y un tiempo en el que priman las consignas fáciles y sin matices ni reflexión, no es de extrañar que triunfen las del tipo “todos son iguales”, “todo es una mierda”, “nada importa nada”, “conmigo que no cuenten”… Ciertamente, los políticos –se vistan como se vistan- son personas sensibles a la codicia, la vanidad y demás males que, a menudo, pervierten sus iniciales propósitos; los partidos se convierten con facilidad en aparatos manejados por pocas e interesadas manos; las ideas chocan contra la realidad y muchas de ellas se estrellan y lo hacen dejando víctimas. Pero la política es aquello que determina las vidas de todos y cada uno.

Como dijo uno de los siete sabios de Gracia, Solón, hay mucha diferencia entre un buen gobierno y un mal gobierno, porque la política alcanza a todos. El mal gobierno es una herida con la que “no tarda en agostarse una espléndida ciudad” y hace que la desgracia invada cada hogar, “y las puertas del atrio –advierte- no logran entonces frenarla, sino que salta el muro del patio y encuentra siempre incluso a quien se esconde huyendo en el cuarto más remoto”; ese cuarto oscuro en el que quienes se abstienen de los asuntos públicos creen estar a salvo. Y hay que hacer caso a Solón, porque él fue un político espléndido y su política hizo felices a muchas personas, empezando por todas las familias que vivían esclavizadas por las deudas, que él abolió.

Me pregunto si, como este político, filósofo y poeta hizo, no habría que involucrar más a los ciudadanos eligiéndolos por sorteo, no para estar en las mesas electorales sino en una nueva institución como la que él creo, la Boulé o Consejo de los 400, que se encargaba de preparar las cuestiones a tratar por la asamblea, proponer proyectos de ley y controlar a los funcionarios públicos; institución formada por elección y por sorteo, de la que ningún ciudadano podía ser miembro más de dos veces en su vida y que fue aumentando su poder en detrimento de Areópago o consejo de la aristocracia.

Sí, existe el buen gobierno o “eunomía”, como el de Solón, o el posterior de Pericles, ambos caracterizados –y no por casualidad- por haber avanzado y profundizado en el sistema democrático. Por cierto que recientemente se ha publicado una nueva biografía sobre Pericles (“El ascenso de Pericles”, de Olga Romay), centrada en su ascenso a la vida pública y las personas que estuvieron en su entorno: su padre; los mejores artistas de la época de los que él fue mecenas y que crearon las obras filosóficas, literarias y artísticas por las que aún es famosa Grecia y, sobre todo, su compañera, Aspasia, una mujer culta, inteligente e independiente que era lo más parecido a lo que ahora llamaríamos una mujer liberada. Aspasia tuvo mucho que ver en que Pericles “el Olímpico” se convirtiera en adalid de la democracia y del orgullo cívico, y Atenas en el paradigma de la cultura y la libertad de expresión. Es patente porque, como dijo Kennedy Toole, a un genio se le reconoce porque todos los necios se conjuran contra él, y Aspasia –que además era una extranjera- fue constantemente atacada, ridiculizada y vilipendiada por los conservadores y los cómicos, que vendrían a ser los productores actuales de memes para twitter y whatsapp.

Solón, Pericles, la propia Aspasia (en cuanto consejera de su pareja), son ejemplos de buenos gobernantes y nótese que tienen en común la política hermanada con la cultura, la democracia y la justicia social. Cito un párrafo del famoso “Discurso fúnebre” de Pericles tal como lo recogió Tucídides: “Nuestra política no copia las leyes de los países vecinos, sino que somos la imagen que otros imitan. Se llama democracia. Si observamos las leyes, aportan justicia por igual a todos en sus disputas privadas; por el nivel social, el avance en la vida pública depende de la reputación y la capacidad, no estando permitido que las consideraciones de clase interfieran con el mérito. Tampoco la pobreza interfiere, puesto que si un hombre puede servir al Estado, no se le rechaza por la oscuridad de su condición”.  Y aquí, estamos, reivindicando aún lo mismo que se perseguía hace dos mil quinientos años, y que entonces fue posible y lo es ahora, porque existe el buen gobierno como existe el malo.

martes, 20 de junio de 2023

¿Hacemos un muro o un mundo mejor?

Hoy es el Día Internacional de las Personas Refugiadas. Quien tenga interés en conocer las cifras las puede encontrar fácilmente en Internet. A mí sólo me interesa recordar una: los 450.000 españoles que tuvieron que cruzar la frontera con Francia en 1939. Piénsenlo bien: casi medio millón de personas en un año, huyendo de la guerra y la represión del bando ganador. ¿Se imaginan a ese casi medio millón de personas entrando en España? ¿Cómo les recibiríamos? ¿A palos como, por ejemplo, en Libia o Melilla?,  ¿echándoles los perros y robándoles cuanto tienen, como en Bulgaria?, ¿a pedradas, como en Finlandia?, ¿a tiros, como en Turquía y Estados Unidos?, ¿violando a las mujeres, como en todas partes? España tiene un cupo: acoge a 1.200 refugiados cada año, así que necesitaría más de trescientos años para acoger a ese volumen de personas que en el 39 cruzó Los Pirineos. 

Es importante recordar y, en este caso, tampoco hace falta un gran esfuerzo de memoria, porque hablamos de nuestros padres o abuelos. Más del 20 por ciento de la población española tenemos más de sesenta años, lo que quiere decir que estábamos vivitos y coleando en los años 60, cuando más de siete millones de españoles abandonaron sus pueblos, dos millones de los cuales volvieron a cruzar la frontera hacia otros países europeos, esta vez buscando un medio de vida o de mejorar su vida.

Es importante para recuperar la empatía en estos tiempos de odios y bulos; preguntarse qué haría uno si viera pasar por su calle una hilera de tanques disparando; si viera caer una bomba en la casa de al lado; si derribara la puerta de su casa un grupo de matones armados; si fueran a buscar a tu hijo de diez años para convertirlo en soldado o asaltaran la escuela donde está tu hija para vender a las niñas a un prostíbulo. Parecen cosas lejanas, que no tienen nada que ver con nuestros problemas; pero está sucediendo cerca, en Ucrania; más cerca aún, en el norte de África, y nos sucedió a nosotros.

Refugio. Dice el diccionario que, en una primera acepción, significa asilo, acogida o amparo; en su segunda acepción, lugar adecuado para refugiarse. Me pregunto si hay algún refugio aún para los millones de personas que, a lo largo y ancho de este mundo pequeño e injusto, están huyendo; deben de estar también preguntándoselo ellos, aquellos a quienes el azar situó unos metros más allá de la línea debida.















sábado, 10 de junio de 2023

Entre bobos y bovinos

 Querido José Luis:

Mucho han cambiado las cosas y demasiado poco desde que, en los años 80, denunciaras la existencia de una partida de 500.000 kilos de carne procedente de vacas tuberculosas de Castilla y León que se estaba comercializando en carnicerías de toda España. Ese reportaje provocó el cierre de la frontera con Francia a la carne española y un escándalo a nivel nacional. Bien es cierto que, junto con los demás reportajes periodísticos que siguieron -la inexistencia de sistemas de tratamiento por calor en los mataderos leoneses, una red de mataderos ilegales, la venta indiscriminada de clembuterol y otras hormonas para el engorde artificial del ganado (que provocarían más de un millar de intoxicaciones en seres humanos en los cuatro años siguientes), la venta de comida caducada a colegios y hospitales o el fraude de las guías sanitarias- no llevaron a la dimisión de ningún político sino, en realidad, a tu silencioso despido y destierro, pero al menos se tomaron medidas y la gente señaló con su dedo acusador a los responsables: la Junta de Castilla y León y un montón de funcionarios y empresarios cuando menos negligentes (y/o corruptos).

Ahora vuelve a suceder, José Luis, y la Junta no se excusa o echa balones fuera sino que, sin el más mínimo pudor, defiende lo indefendible. Sencillamente, reconoce que hay vacas tuberculosas, que no les parece bien que se las impida pastar libremente para no extender la infección porque los intereses económicos están por encima de la salud y, de hecho, dicen, sin enrojecer, que se está exagerando la importancia de la salud de la gente. Al menos podrían hacerlo al estilo de Fraga en Palomares, comiéndose un jugoso filete de vaca tuberculosa, pero es que ni siquiera necesitan de gestos porque mucha gente está ahora dispuesta a comer, no sólo carne tuberculosa, sino palabras envenenadas, pseudo-argumentos demenciales, consignas irracionales, ideas tóxicas y todo tipo de brebajes ponzoñosos salidos de la boca y letra de políticos neofascistas y mediocres neorrancios


Estos políticos incumplen las leyes del país y las europeas, pero ya no llaman a eso delinquir, sino "plantar cara al status quo" y se llaman constitucionalistas, pero de la Constitución sólo les interesa la bandera; también son guerrilleros de Cristo Rey, pero abominan del Papa por rojo y, sí, vuelven a utilizar términos como "rojo" y "comunista" a modo de insultos a quienes no llegan ni a ligeramente socialdemócratas, pero, item más, llaman anticuados a los que reivindican la memoria de sus abuelos asesinados pero ellos recuperan la retórica de la Inquisición para condenar la ciencia o llamar brujas a las mujeres libres.

Te lo cuento porque ya estás más allá de estos terrenales disgustos y te lo debo tras pasar media vida denunciando el polvo en el que ahora estamos enlodados.



martes, 30 de mayo de 2023

Blue Monday

 

No se trata de que haya salido triunfador un partido que es el único que ha sido condenado por corrupción en su totalidad, como partido; no se trata de que haya de que haya triunfado un partido, Vox, neofascista y ultra; no se trata de que se vote mayoritariamente a una mujer que ha pasado de asesorar a un perro a ser asesorada por un tipo como Miguel Ángel Rodríguez, a pesar de su política durante la pandemia condenando a los ancianos a morir sin atención hospitalaria o dando negocios a su hermano y un largo etcétera… Todo eso es demasiado obvio. Es que también se ha votado mayoritariamente a la alcaldesa de Marbella, investigada por haber acumulado un patrimonio de más de quince millones de euros y un hijastro acusado de narcotráfico; o al alcalde de Orense, después de que se hicieran públicas unas grabaciones en las que alardea de cómo gestiona el dinero negro…

No es un fenómeno español, si bien aquí es legendaria la permisividad con la corrupción. El Instituto V-Dem de Suecia publicó un estudio detallado y exhaustivo sobre la salud de las democracias en las calificaba algunas de ellas como “autocracias electorales”; a saber, El Salvador, Turquía, Hungría o La India. Sobre este último país (1.400 millones de personas), la magnífica escritora y analista Arundathi Roy, alertaba hace poco del desmantelamiento sistemático de la democracia en su país y ya en 2009 se preguntaba “¿Hay vida después de la democracia? ¿Qué clase de vida será? ¿Qué pasa cuando ha quedado hueca y vaciada de significado? ¿Qué ocurre ahora que la democracia y el libre mercado se han fusionado en un único organismo depredador con una imaginación estrecha y limitada que gira casi exclusivamente en torno a la idea de maximizar el beneficio? ¿Es posible invertir este proceso? ¿Puede algo que ha mutado regresar a lo que solía ser?"

No tengo respuesta, claro, pero la metástasis es evidente cuando no sólo se abandona la lucha por la justicia social sino que ésta se ridiculiza; cuando la palabra libertad sólo se aplica a los fondos buitre, las compañías de seguros, las grandes empresas de alimentación o logística, en lugar de a las mujeres o los homosexuales; cuando el criminal es el que planta árboles y no el que los tala o cuando se recupera un lenguaje de Guerra Fría para utilizar la palabra “comunista” como insulto y dirigida a tímidos socialdemócratas que no hablan de nacionalizar la banca o colectivizar la tierra sino de subir el salario mínimo o limitar los precios de la energía. Hay metástasis y peligrosa cuando se clama por las ocupaciones de pisos olvidando que la burbuja inmobiliaria creada por la Ley del Suelo del PP dejó en el país más de un millón de viviendas acabadas y vacías y más de medio millón de familias desahuciadas en la calle; problema que el PP “solucionó” concediendo 74.000 millones de euros a los bancos, desmontando el Ministerio de Vivienda que Zapatero había creado para intentar poner contrapesos a la furibunda burbuja y reduciendo la inversión en vivienda pública de 1.500 millones a 450.

Dice la RAE en una de las acepciones de corrupción que es el “deterioro de valores, usos y costumbres”. Ciertamente, debe haber un deterioro masivo y profundo de los valores democráticos cuando la democracia se devora a sí misma.

viernes, 31 de marzo de 2023

Sístole y diástole: hipocresía y crueldad

 

En una sociedad en la que las mujeres todavía no contaban con ningún derecho, Sócrates mantenía que el aborto era “un derecho de las mujeres y los hombres no tenían voz en estos asuntos” y Epicteto, en el siglo II, dice que "es equivocado llamar estatua al cobre en estado de fusión y hombre al feto". En los antiguos textos romanos, egipcios, chinos, persas e indios se habla de métodos antiabortivos con naturalidad aunque, ciertamente, eran poco eficaces y/o peligrosos. Encontramos -aunque vagas- negativas alusiones al aborto en el Antiguo Testamento, en el marco de una sociedad en la que, por ejemplo, una viuda sin hijos era obligada a casarse con un hermano del marido fallecido para continuar la línea sucesoria, es decir, el valor que se le reconocía a una mujer era, exclusivamente, la maternidad.
Sin embargo, nada se dice del aborto en el Nuevo Testamento y prestigiosos teólogos como Agustín o Tomás de Aquino defendieron que un embrión no tiene alma. De hecho, no fue hasta mediados del siglo XIX (en 1869) cuando el Papa Clemente V determinó que los embriones poseen alma.

Pero poco han importado a la Iglesia los embriones. Su rechazo al aborto ha sido parte de su rechazo a la libertad sexual. En los Cánones Penitenciales se dictaban penitencias mucho más leves para el aborto e, incluso, el infanticidio, que para pecados como el hurto. No es un pecado contra la vida sino un pecado sexual, dado que, como señala la vigente Encíclica Humanae Vitae de Pablo VI, “cada acto conyugal debe estar abierto a la procreación”. En definitiva, la Iglesia lo que condena es la libertad de la mujer y no su mero uso para producir herederos o mano de obra.

Sobre la opinión de la Iglesia Católica respecto a las mujeres y sus hijos no hay más que visitar la fosa con restos de 800 niños en uno de los muchos hogares para madres solteras en Irlanda, donde ellas eran recluidas como presas y esclavizadas como castigo a su inmoralidad; o ver los miles de casos que van aflorando sobre su participación en la venta de niños de esas madres pecaminosas a familias ricas. De otras confesiones religiosas… ya mejor ni hablar.

El lobby antiaborto mantiene la misma actitud, pero con el hipócrita manto del “sí a la vida”, de la defensa de los embriones y fetos o, como ellos gustan llamar, los no natos. Es la misma criminal indiferencia hacia las mujeres y hacia la infancia. Nada les importan las casi cincuenta mil mujeres que mueren cada año por tener que abortar sin las condiciones sanitarias adecuadas; nada, las adolescentes que mueren por las complicaciones de un embarazo o parto no deseado (es la segunda causa de muerte en el mundo entre las más de 16 millones de niñas entre 10 y 19 años que cada año dan a luz en el mundo tras un embarazo no deseado o producto de una violación); nada les importa que esas niñas se vean forzadas a tener que abandonar sus estudios, a truncar sus oportunidades de futuro, a ser víctimas del estigma social, a los graves daños físicos y, siempre, psicológicos, que acarrearán toda su vida.

Y, desde luego, nada les importan sus hijos, los sí natos.


¡Vale ya de mensajes sensibleros sobre el aborto! ¡Vale de chorradas como ofrecer ecografías y latidos a las mujeres que quieren abortar! ¡Vale ya de oponer a un derecho la objeción de conciencia por parte de médicos que, en su mayor parte, no buscan sino medrar en sus departamentos no significándose o contrariando a un jefe! A quienes eso proponen les importa una mierda si esos embriones acaban en una papelera o condenados a la miseria. Lo que les importa son ellas, las mujeres; concretamente, mantenerlas sojuzgadas, utilizarlas para sus fines.

Contaré una anécdota personal. Lamentablemente, conozco a varias personas de Vox y todas ellas, cuando les conté que mi hija iba a tener un bebé, me felicitaron con el mismo argumento: España necesita más niños, el problema demográfico es terrible, si no hay niños españoles vendrán de fuera a ocupar sus puestos. En definitiva, las mujeres son un instrumento para sus fines de limpieza étnica.

No es nada nuevo, claro; de hecho, es lo que han hecho siempre nazis, fascistas y demás calaña machista. China utilizó el aborto y los anticonceptivos para disminuir los nacimientos durante décadas y ahora, para acabar con la depresión demográfica, va a limitar el aborto. En Irán parece que también necesitan más población para proyectar una imagen de fuerza, así que se acabó la planificación familiar. En Perú, durante los años 90 se esterilizó a más de 200.000 mujeres. En Polonia se ha restringido aún más de lo que ya estaba el derecho al aborto y en Estados Unidos ya no es un derecho protegido por la Constitución.

Como ven, la cosa va y viene, a menudo por parte de los mismos poderes, las mismas ideologías. Porque el fin es siempre el mismo: utilizar a las mujeres para los fines que en cada momento convengan –como se ha hecho históricamente-, en lugar de reconocer de verdad sus derechos como seres humanos libres, con capacidad de decisión y autonomía para decidir sus vidas.

El aborto no sólo es un derecho humano, sino que forma parte del derecho a la salud, de los derechos económicos y sociales, del derecho a la igualdad. Utilizar las creencias religiosas, las políticas demográficas o la conciencia para contravenirlo no sólo es injusto e indigno: es, sobre todo, un acto de extrema crueldad contra las mujeres y contra la infancia.
Por cierto, el próximo 15 de abril habrá una manifestación en Valladolid contra la política al respecto del gobierno pepevox de la Junta de Castilla y León.


 

sábado, 31 de diciembre de 2022

¡Feliz Año a las supervivientes!



 A muchos hombres y a bastantes mujeres, les aburre el tema de la violencia de género, porque lo han convertido en un debate teórico: ¿debe llamarse de género, machista, familiar, intrafamiliar...?, ¿puede compararse a cualquier otro tipo de violencia, como el del nieto que mata a la abuelita...?, ¿hay más que antes o sólo se denuncia más?, ¿es una realidad o una excusa de las mujeres para ejercer dominio sobre sus maridos o ex maridos?, etc, etc. 

Pues bien: María tenía esclerosis múltiple y el pasado 29 de noviembre se cayó al suelo; su marido la dejó allí durante cinco días, hasta que murió el pasado 4 de diciembre, después de décadas de malos tratos. Elena estaba embarazada y a punto de tener su tercer hijo cuando su ex pareja la asesino a cuchilladas, frente a los dos hijos que tuvo con él, el pasado día 28. Rebeca fue acuchillada en el abdomen y la cara por su pareja un día antes; su hermana también había sido asesinada por su pareja, que la arrojó por la ventana de un quinto piso cuatro años antes. Vanessa fue asesinada a golpes, después de haber denunciado en cinco ocasiones a su agresor. A Ángela la quemaron dentro de su casa el 10 de diciembre; a Irina, su agresor, con el que tenía cinco hijos menores, la encerró en el trastero después de golpearla y la encontraron allí, muerta, el día 16. Yaqueline había denunciado a su marido, padre de sus tres hijos, pero la orden de alejamiento no evitó que la matara dándole tres puñaladas en el pecho el día 17. Y fueron asesinadas Carmen, Soraya... así hasta trece mujeres sólo en este pútrido mes. Con ellas son ya 48 las mujeres que no llegarán a ver el nuevo año, a las que hay que sumar otros 19 feminicidios fuera de la relación de pareja.

Las nuevas medidas del Gobierno no son, obviamente, suficientes, y no lo son porque la sociedad se está moviendo a la contra, hacia una sociedad cada vez más machista o más permisiva con el machismo; una sociedad de jóvenes atrapados en la banalidad interesada de las redes, la hipersexualización de sus referentes y la violencia verbal generalizada.

¡Basta de debates semánticos! Nadie se puso a discutir durante los años del terror etarra la categoría de los muertos. Todos sabían que eran víctimas del terrorismo nacionalista, es decir, de un grupo de desalmados que consideraban que la aspiración a ser una nación merecía el asesinato de los opositores. Nadie debiera dudar de que estas mujeres son víctimas del terrorismo machista, es decir, de un grupo de desalmados que consideran que la sumisión de la mujer al hombre merece ser impuesta por la violencia hasta la muerte. Y ésos que, diez años después de que ya no exista ETA, llaman filoterroristas a quienes pactan con los nacionalistas, deben saber que ellos son filoterroristas cuando banalizan o niegan el terrorismo machista que, ése sí, no sólo está vigente sino que suma ya en nuestro país cerca de 1.200 víctimas frente a las 853 de ETA. 

En vez de bendiciones, esta Navidad yo les maldigo: ¡Caiga sobre las conciencias de quienes niegan la violencia machista ese raudal de sangre vertida en nuestro país y la sangre de las mujeres iraníes asesinadas por mostrar su pelo y la de las mujeres afganas que mueren porque no se les permite recibir atención médica y de todas las mujeres que, como decía John Lennon, son las esclavas de los esclavos! 



viernes, 2 de diciembre de 2022

El precio justo


Lo han hecho. Se han atrevido a hacerlo. El Parlamento ha aprobado los Presupuestos Generales y éstos han incluido un impuesto a los bancos. La cosa parece clara y razonable. Se les pide a los banqueros que devuelvan al Estado una pequeñísima parte de los beneficios extraordinarios que están ganando gracias a la crisis (la crisis ha disparado la inflación, ésta ha provocado la subida de tipos de interés y ahí es donde están esos ingresos extraordinarios caídos del Banco Central Europeo y el FMI). La cuestión no es de cuánto dinero se trate (migajas para los bancos) ni que ese dinero vaya a fortalecer al Estado y, por tanto, a la democracia (eso les resulta más grave); la cuestión probablemente es el hecho en si de que un Gobierno se atreva a tocar la caja de los bancos: es como atentar contra el sagrario de la Iglesia, es ir directamente contra el Todopoderoso, puro anatema que merece la hoguera. Y mucho me temo que la tendrán. Que les pregunten si no a los únicos políticos que se atrevieron a intentar hacer lo mismo: Yanis Varoufakis y Lula Da Silva.

De hecho, no ha pasado ni una semana y la política de declaraciones salvajes y bulos descomunales se ha multiplicado por mil. Acusan sin pestañear de hacer una ley a favor de los violadores a la primera ministra feminista que ha tenido este país; aparece en todas las intervenciones de la derecha y la ultraderecha (hasta en un debate sobre el transporte ferroviario) la palabra filoterroristas para dirigirse al Gobierno (el Gobierno, por cierto, del partido que terminó con el único grupo terrorista que ha habido en España, ETA); Ayuso (o, mejor dicho, Miguel Ángel Rodríguez, que es quien pone las palabras en su boca) se atreve a decir públicamente barbaridades como que el Gobierno va a prohibir las bromas y la música de los 80 y 90 (talmente como una chiflada que no se ha tomado su medicación, pero sin despeinarse) y las redes sociales arden con memes tan enloquecidos como "se destapa que Sánchez tiene varios trastornos mentales".

Aunque todos estos disparates puedan parecer el clímax, lo cierto es que no han hecho más que empezar. Ahora empezará a correr el dinero, porque a los bancos les sobra cuando es para una buena causa, sobre todo el negro. Es el tiempo de los enemigos internos. El precio del coraje del Gobierno haciendo lo único justo que se debe hacer durante una crisis (justo lo contrario que hizo el PP en la de 2008: coger el dinero de la gente y regalárselo a los bancos) lo pagaremos todos. Pero será un precio justo.



martes, 9 de agosto de 2022

Juan Vallejo. Cogito, ergo Gótico

 



Decía Borges sobre los escritores que al principio todos son barrocos, “vanidosamente barrocos”, pero con los años, “si son favorables los astros”, pueden lograr, no tanto “la sencillez, que no es nada, sino la modesta y secreta complejidad”. Supongo que lo mismo puede decirse de muchos artistas, al menos de Juan Vallejo, cuya última exposición, “Gótico”, en el Arco de Santa María de Burgos, es un viaje a la raíz del arte gótico y un homenaje a “la gran fábrica de arte que es la Catedral de Burgos” y a cuantos contribuyeron a su construcción: canteros, artesanos, comerciantes, prostitutas y todos los “villanos” que vivieron a su sombra y vertieron sus propios oficios, quehaceres, conocimientos, vidas, en el monumento que ahora celebra su octingentésimo cumpleaños.

Juan Vallejo sorprende cada vez que expone. Su obra da constantes giros de tuerca dentro del expresionismo abstracto que, ahora es doble: intelectual y carnal, conceptual y sensitivo, abstracto pero contiguo al mundo; y va en una doble dirección: convierte la idea en entraña y lo sensual en concepto. Y, así, como las mínimas herramientas, esta exposición también habla de su lucha personal, amparada por el desaparecido Diario 16 Burgos, para salvar la Catedral, para arrancarla de las soberbias, avariciosas y negligentes manos del Cabildo y ponerla bajo la protección de sus verdaderos dueños, el pueblo y quienes lo representan desde instituciones españolas (como Icomos) o internacionales (Unesco).

Dice Vallejo que encontró su inspiración en Matisse, concretamente en los gouaches que realizó a finales de los años 40, en los que cortaba y pagaba papeles coloreados. Vallejo, en mi humilde opinión, tiene bastantes puntos en común con ese artista, sin duda uno de los más importantes del siglo XX, como la forma fluida de sus dibujos, la tendencia a la simplificación, la sutileza y, sobre todo, el ritmo, presente no sólo en el contenido sino en la propia disposición de las obras que forman “Gótico”, una colección de círculos, tubos y triángulos.

Más allá de cualquier simbolismo, el carácter puramente geométrico de las obras hace pensar en “El libro de la naturaleza en Galileo”, de Italo Calvino, según el cual la metáfora que contiene el núcleo de la filosofía es la del universo como un libro enorme y continuamente abierto “que no puede entenderse si no aprendemos primero a comprender la lengua y a conocer los caracteres con que se ha escrito” y esa lengua es la matemática y esos caracteres son “triángulos, círculos y otras figuras geométricas sin los cuales es humanamente imposible entender una sola palabra; sin ellos se deambula en vano por un laberinto oscuro”.

De modo que, sí, esta exposición remite a las entrañas de la tierra, de las que salió la piedra de Hontoria pero, como en un espejo, también a lo alto, al universo al que apuntan las agujas de la Catedral, que nos mira a través de esos enormes ojos redondos de cuyas vidrieras originales sólo quedan los añicos que Vallejo ha rescatado en esos pequeños trocitos de papel, como ha rescatado la música que quedó dormida dentro de los tubos de sus órganos.

Es una exposición, en suma, tan conmovedora como conceptual y, en todo caso, absolutamente imprescindible. ¡Éste sí es un homenaje digno a la Catedral de Burgos y no los portones egocéntricos de Antonio López con los que el Cabildo y los prebostes burgaleses (léase Méndez Pozo) quisieron volver a burlar la legalidad e hicieron el homenaje inverso, el que celebra el dinero en lugar del arte.



jueves, 21 de julio de 2022

La culpa es de Greta

 

No se puede ser de izquierdas y tener un chalet. No se puede ser ecologista y viajar en coche. Un presidente no puede señalar al cambio climático como responsable de los incendios y viajar en helicóptero… Conclusión: no seamos de izquierdas ni ecologistas ni clamemos contra el cambio climático si no estamos dispuestos a hacernos eremitas. Dejemos que gobiernen los otros, los que pueden tener un chalet, viajar en coche y coger un avión sin culpa porque ellos son coherentes con sus ideas retrógradas. Estos razonamientos me recuerdan a una compañera de mi adolescencia que me decía que no podía hacer pintadas contra el fascismo y llevar un jersey de marca. Las mismas estupideces se pueden oír de cualquier boca.

¿Coherencia personal? ¡Sí, claro, pero los problemas sociales requieren, ante todo, respuestas sociales! Si el cambio climático mata –y no cabe la menor duda para cualquier persona mínimamente informada (por los expertos y las estadísticas, no por los voceros de la derecha ni por los memes ultras) y valore más la opinión de, por ejemplo, Stephen Hawking que del primo de Rajoy-, espero de mí misma algo más importante que reciclar y usar lo menos posible el coche: manifestarme, de viva voz y con mi voto, pidiendo políticas medioambientales. Y, desde luego, espero de los políticos algo más que hacerse fotos a caballo en lugar de en una avioneta o susurrar a las vacas en lugar de poner coto a las granjas de ganado intensivo: espero que lleven a cabo esas políticas que reviertan el camino al desastre.

Pero para quienes la pobreza no es culpa de los escandalosos beneficios de las corporaciones ni de los escandalosos sueldos de algunos directivos ni de la evasión fiscal, sino de los propios pobres por “vivir de paguitas” y de los inmigrantes por, sencillamente, vivir; lógicamente, los incendios son culpa de los ecologistas, que no dejan que se limpien los bosques de maleza por no pisar una hormiga, o del Gobierno, por gastar el dinero en los bonos culturales a los jóvenes (no en armas) en lugar de ponerlos a trabajar en el monte (a los jóvenes, no a ellos).  Los ecologistas, que llevan años (¡decenios!) pidiendo mayor cuidado de los bosques, la prohibición de construir en reservas, de sobreexplotar los acuíferos que evitan la desertización del campo, etcétera, etcétera, son los culpables, porque, al parecer, lo verdaderamente ecológico es promover la caza y la ganadería industrial. Según esta lógica, el campo se vacía, no por un sistema que perjudica a los pequeños campesinos en pro de las grandes cadenas de distribución o por la falta de un buen sistema educativo y sanitario (los dos sectores en los que la derecha realizó los mayores recortes económicos), sino porque los ecologistas no dejan que lo arrasen.

Es el mundo al revés. Ayuso deja morir a los ancianos de las residencias durante la pandemia impidiendo que se les hospitalice, pero representa la vida frente a quienes aprueban la ley de eutanasia; sacrifica la salud y la vida de los madrileños negándose al cierre de la hostelería, pero la mala gestión de la pandemia la hizo el Gobierno por no haber echado el cierre antes;  le encarga a su hermano el negocio de la compra de mascarillas en un escandaloso acto de nepotismo, pero el que tiene que dimitir es el que lo denuncia. Las mujeres que son violadas es porque van por la calle y borrachas, pero a pesar de estas declaraciones de Ayuso en España no hay machismo (eso es cosa de los musulmanes) y si lo hubiere, ni que decir tiene que las culpables son las feministas. Se pone al descubierto la falsedad de las únicas informaciones que pudieran menoscabar el prestigio de los dirigentes de izquierdas, mientras no cesan las sentencias por corrupción de los dirigentes de la derecha, pero los corruptos son los rojos.

Especialistas en ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio, estos neorrancios lo son también en echar combustible al fuego.

¡Ah!, y aviso que la foto es un montaje, como la de Sánchez posando chulescamente en un monte incendiado, el de Pablo Iglesias con un traje que le quedaba grande, la de los ataúdes en la Gran Vía, la de Alberto Rodríguez pateando a un policía, José Mújica de compras en Nueva York o mujeres en posturas sexuales explícitas adoctrinando niños.

viernes, 17 de junio de 2022

Sin impuestos no hay democracia

 

La presencia de Vox en las Cortes pero, sobre todo, su presencia en las Elecciones de Castilla y León y, ahora, de Andalucía, les ha obligado a lanzar públicamente, su mensaje primordial que, como el del PP, es: bajar los impuestos. Vox es aún más explícito cuando pide, además, suprimir subvenciones a los colectivos más desfavorecidos. Es, además, exactamente el mismo mensaje en todos los partidos de derecha y la mal llamada “nueva ultraderecha” en todo el mundo, es decir, a escala global. Bueno, está claro, pues, de dónde sale esta gente, ¿no?



El neoliberalismo no es capitalismo. Sus políticos títeres han resucitado el término comunista o rojo, como insulto, para situarse ellos en el otro lado, el del capitalismo, pero lo suyo no va de eso. Recordemos las palabras del expresidente de Estados Unidos James Madison, quien definía el mal que los políticos debían combatir como “incrementar la desigualdad en la sociedad mediante una inmoderada acumulación de riqueza”; o que otros presidentes del país capitalista por antonomasia llegaron a fijar el tipo máximo del impuesto federal sobre la renta –el aplicado a los más ricos- en más de un 80 por ciento en tiempos de crisis.

Capitalismo es libre empresa; el neoliberalismo es plutocracia. Aquí no están los empresarios pequeños, medianos ni grandes; aquí están los mercados, los oligopolios,  los miembros de la Lista Forbes, esos ochenta y cinco multimillonarios que tienen tanto dinero como los 3.500 millones de personas más pobres, ese 1 por ciento que posée más de 110 billones de dólares. Y, en su mayor parte, esas personas no tienen fábricas, no producen nada, sólo especulan.

Bueno, crean puestos de trabajo, dice la derecha, que sigue siendo partidaria de la célebre teoría del goteo según la cual si crecen los beneficios de los de arriba, esos beneficios irán derramándose hacia abajo como un maná. Pero esa teoría llevan aplicándola sus políticos muchísimo años y debiéramos tener ya meridianamente claro que es falsa, puesto que la brecha de la desigualdad no ha hecho sino crecer y crecer. Es tan falsa como que bajar los impuestos supone que los ciudadanos tengan más dinero en los bolsillos, cuando, por pura matemática, una bajada de impuestos proporciona mucho más dinero a los ricos, que ya tienen de sobra para utilizar seguros médicos privados, colegios y universidades privadas, etcétera, en tanto a los de abajo esa limosna les va a suponer tener peores hospitales, peores colegios, menos plazas educativas, menos plazas en residencias de ancianos, etcétera, sin que lleguen ni a soñar con acceder a todos esos servicios privados. En definitiva, bajar los impuestos es hacer a los escandalosamente ricos aún más ricos a costa de la felicidad, el futuro y aún la vida de las clases media, baja y muy baja.


¿Por qué, entonces, hay tanta gente que no lo ve? ¿Por qué los más perjudicados por una bajada de impuestos se siguen dejando engañar con esa promesa electoral? Pues para eso están los políticos, claro, esos políticos que les distraen con sus discursos racistas para que encuentren cerca al enemigo y no en las alturas, que es donde realmente está. El caso es que el dinero carece de imaginación porque esa fórmula es también de muy viejo cuño (por eso me parece inmerecido llamar “nueva” ultraderecha a los Trump, Abascal, Bolsonaro, Orbán y demás). Es lo mismo que hacía la “vieja” ultraderecha culpando a los judíos de todos los males de los ciudadanos, aunque hay que reconocer cierto perverso perfeccionamiento de la técnica sustituyendo a los judíos (distinta raza, pero generalmente adinerados) por los inmigrantes (distinta raza y especialmente pobres).

Tampoco son nuevas sus estrategias de marketing. De toda la vida los publicistas saben que lo que tienen que vender de un producto es, precisamente, aquello de lo que carecen, de modo que si el único efecto que tiene “adelgazar” al Estado es debilitarlo para que ellos puedan moverse más a sus anchas en una economía sin regulaciones, a eso lo llaman libertad, ocultando los apellidos de esa palabra: libertad de morirse de hambre o asco para quienes nunca pertenecerán a la plutocracia y libertad para acabar con la democracia, puesto que debilitar a los Estados haciendo que recauden menos y, por tanto, tengan menos dinero, es asesinar al sistema que defiende la igualdad de derechos de los individuos al margen de su clase, fortuna, raza, género o religión.

jueves, 10 de marzo de 2022

¿Es Vox la extrema derecha?

 

Conozco gente que simpatiza con Vox y se define como de izquierda. Según los especialistas (Mudde, Falter, Shumann, Stanley, Eco…) hay muchas características que definen la extrema derecha, pero se pueden resumir en cinco: nacionalismo, racismo, xenofobia, anti democracia y un Estado fuerte. ¿Cumple Vox estas características? Vayamos a las fuentes –como decimos los periodistas-, es decir, el ideario aprobado y publicado por Vox (“Cien medidas para la España Viva”) y las declaraciones de sus líderes.

Las diez grandes medidas que propone Vox son: acabar con el Estado de las Autonomías, derogar la Ley de Memoria Histórica, endurecer las penas a cualquier persona u ONG que ayude a los inmigrantes, cerrar todas las mezquitas, levantar un muro en Ceuta y Melilla, suprimir de la Sanidad pública las operaciones de cambio de sexo y aborto; eliminar de la Sanidad gratuita a los inmigrantes ilegales; establecer la autorización de padres y madres para charlas que impliquen valores éticos y sexuales; derogar la Ley de Violencia de Género y sustituirla por otra de violencia intrafamiliar, eliminar las asociaciones feministas y acabar con las subvenciones a partidos y sindicatos. Añadiría, de su programa electoral, defender la soberanía nacional de cada Estado de la Unión Europea por encima de las leyes comunitarias.

Si vamos a las declaraciones, no terminaríamos nunca: “la invasión migratoria” (sólo si viene del Sur), “la traición de Cataluña”, “el revanchismo histórico”, “el Estado de las Autonomías se aleja del proyecto común de España”, los impuestos (¡claro!),“los okupas impulsados por los progres y podemitas”, la relación del aumento de la inmigración con el de “las violaciones en manada”, la “avalancha de violaciones fomentada por el feminismo al callarse las violaciones por parte de extranjeros”, “nuestras abuelas no pueden caminar por la calle sin que un delincuente, que mayoritariamente suele ser extranjero, le tire del bolso”, las feministas son “una amenaza a la vida” por su reivindicación del derecho de las mujeres a decir sobre sus cuerpos y “un colectivo que solo busca enriquecerse a través de causas inexistentes”. El colectivo LGTBI se basa en “ideologías totalitarias y anticientíficas”… Todo ello sustentado en, por una parte, noticias tendenciosas (como señalar el origen de los delincuentes sólo si son extranjeros) y un sinnúmero de bulos (como que los menores extranjeros no acompañados reciben 664 euros y cobran más que una viuda y un larguísimo etcétera que recomiendo contrastar en la web https://maldita.es/ o cualquier otra).


¿Cumple Vox las características de la extrema derecha? Pero, además, cumple al dedillo las del populismo:  importancia de lo mítico, líder carismático, culto a la tradición, reinvención del pasado para suscitar un sentimiento de nostalgia hacia los roles patriarcales, lenguaje bélico y emocional (la personificación de España, el lenguaje épico, la insistencia en las palabras miedo y enemigos…), utilización de las clases frustradas o descontentas para hacerles sentir humillados, pensamiento único, descrédito de la educación, ataque a las instituciones públicas para reemplazarlas por otras afines, exaltación de la nación; consideración de la cultura, el pensamiento crítico y la diversidad de pensamiento como un ataque a los valores tradicionales y, por el contrario, exaltación de lo rural como reserva de esos valores; infundir el miedo al diferente con un discurso de “Nosotros y Ellos”... Umberto Eco, el autor en el que me estoy basando aquí (muy recomendable, junto a otras, su obra “Cinco estudios morales”), señala que en este punto es importante identificar al Nosotros con la cultura del esfuerzo que permite progresar y al Ellos con vagos y pobres que sólo quieren vivir de las ayudas del Estado, de modo que se justifiquen las jerarquías sociales y el hecho de que las minorías estén en lo más bajo. Por último, habla de las teorías conspiratorias y la creencia de que existe un complot contra la patria.

Otro experto, Jason Stanley, en su estudio sobre el fascismo, añade, entre otras cosas, que las razas distintas  a la blanca, los homosexuales, los inmigrantes, los “cosmopolitas decadentes” o los que no practican la religión dominante, por su mera existencia, atentan contra el orden público. “En el proyecto fascista se combina la ansiedad que provoca la pérdida del estatus de los miembros de la verdadera nación con el miedo que despierta que se reconozca la igualdad de las minorías odiadas” Además, se hace uso del victimismo como fundamento para ahondar la desigualdad: “El fascismo manipula esta sensación de pérdida –que es auténtica- y la transforma en una queja victimista para justificar tanto las nuevas formas de opresión como las presentes o anteriores”.


Bueno, no voy a extenderme más, pero por si no queda probado que Vox es un partido de extrema derecha, populista y fascista, añado una tabla elaborada por la periodista Belén Sumba.

A mí no me cabe duda de que la nueva ultraderecha que ha surgido en el contexto de la crisis, con su exaltación de una identidad nacional supuestamente amenazada por el proceso de mundialización de la cultura y la economía, es una ideología que parte, como la vieja ultraderecha, de la frustración, el odio y la falta de ética, enriquecida en España con los fascistas todavía con el recuerdo de Franco y quienes buscan una nueva ideología a la que agarrarse que les plantee soluciones fáciles. Nueva o vieja, el efecto es el mismo: pudrir las mentes y el futuro.









miércoles, 23 de febrero de 2022

Mesa bien puesta, familia contenta

Hace muchos años, comprando flores en el mercado, presencié cómo un inspector encontraba la balanza de un puesto de frutas y verduras trucada. El encargado del puesto estaba engañando a sus compradores. El estafador rápidamente reaccionó increpando al inspector a voces: “¡Métanse con los ricos y no con los que nos ganamos la vida con el sudor de nuestra frente!”. Los clientes no parecían, precisamente, estar entre “los ricos” y, quizá por eso, no sólo no se enfadaron con el vendedor que les estaba robando, sino que se solidarizaron con él y casi echaron a patadas al pobre inspector. Fue un triunfo aplastante de la retórica victimista que no había presenciado tan claramente hasta que Ayuso se presentó ante el público reconociendo que su hermano se ha llevado una sustanciosa comisión haciendo negocios con el gobierno que ella preside y, con ese gesto de mártir que tanto le gusta, se lamentó amargamente de haber sido espiada por sus jefes de partido y “cruelmente” atacada en “lo más importante que tenemos, la familia” (léase “su familia” porque la mía no sólo no ha recibido ninguna prebenda sino que ha contribuido a pagar las de la suya). Pujol opinaba lo mismo; también los Ruiz Mateos y Juan Carlos I.

El caso es que ni siquiera es la primera vez, pues al poco de ser elegida presidenta de la Comunidad de Madrid ya protagonizó lo que debiera haber sido un escándalo: el préstamo a fondo perdido a su padre y las deudas que se le perdonaron pues… por ser su familia. Pero tampoco reaccionó la gente como parecería lógico y eso que entonces todavía no había contratado para asesorarla al Príncipe de las Tinieblas, el ínclito Miguel Ángel de tan triste recuerdo para los periodistas de Castilla y León a los que, por cierto, espiaba para elaborar una lista negra con datos personales.

La Wikipedia define la retórica victimista como una técnica demagógica que consiste en descalificar al adversario mostrándolo como atacante en lugar de refutar sus afirmaciones y la relaciona con la conducta megalomaníaca, que es lo menos que se puede decir de la conducta de Ayuso. Lo que yo me pregunto es si quienes la apoyan, además de ser las verdaderas víctimas (y pagadores) de esa burda estrategia, no serán también corruptos en sus trabajos o sus vidas o aspirarán a serlo. ¿Serían los clientes del verdulero que les estafaba un profesional que no da facturas, el propietario que vende su piso cobrando parte del precio en dinero negro, uno que engaña a Hacienda, otro que es un funcionario que acepta sobornos…? Como dice Baltasar Garzón, uno de los jueces que ha perseguido con mayor ahínco la corrupción: “En España nunca ha dado miedo ser corrupto; en realidad, como se la daba por existente, la corrupción no ha sido algo que haya preocupado excesivamente a la ciudadanía. Esa indiferencia ha conseguido que las raíces de la misma se hayan vuelto profundas y sólidas, sosteniendo todo un entramado de intereses muy difícil de destruir”.  La corrupción política alimenta la corrupción ciudadana y eso no puede llevar sino al descrédito del sistema democrático. Ayuso está ganando una batalla, no contra el presidente de su partido, sino contra la decencia pública.




domingo, 12 de diciembre de 2021

Las puertas del Tiempo

 



En un auténtico rapto de espíritu navideño, intento encontrar lo positivo de cualquier cosa, hasta del espeluznante avance de la ultraderecha. Y no, no encuentro nada positivo, pero sí, al menos, gracioso. Lo es, por ejemplo, oír a gente joven hablando como si fueran nuestros abuelos: por ejemplo, de la patria y la defensa de los símbolos nacionales (da igual que sean los españoles que los catalanes o los guarromanenses), la tópica pero contradictoria demonización de la política, los políticos y lo político; la identificación entre el feminismo y una guerra de sexos de la que no se tiene noticia… Es casi enternecedor ver cómo se involucran en la política como si fuera el fútbol, en términos de filias y fobias, de derrota del adversario, identificación con el equipo y todas esas cosas que no requieren haber leído un libro en la vida sino sólo saberse las alineaciones y, desde luego, es de traca ver a las chicas exaltando la maternidad y la lactancia materna y sustituyendo al anhelado príncipe azul, no por un amante y compañero sino por un caballero medieval de armadura y pendón.

Comprendo que –siempre hablando de los chavales jóvenes, porque los adultos no tienen excusa- es una reacción bastante lógica, básicamente, a la globalización, que les sume en el vértigo de no encontrar su identidad a una edad en la que ésta lo significa todo. Les perdono que utilicen palabras cuyo contenido desconocen por completo, como igualdad y, sobre todo, libertad; pero, además, les agradezco que estos neorrancios hayan recuperado palabras que estaban ya en el olvido, como rojos y, sobre todo, progres: ¿no es maravilloso que a una la llamen progre cuando anda ya por la tercera dosis de la vacuna? Cuando menos, resulta rejuvenecedor.

Estoy volviendo a ver la divertida serie española “El Ministerio del Tiempo” y no puedo dejar de pensar lo útil que sería poder pagar a los jóvenes unas vacaciones en la época del Cid o de Franco, como lo hubiera sido para mí visitar la China de Mao cuando, de adolescente, entré en la Joven Guardia Roja. Lo malo es que de mis errores adolescentes me salvó la lectura y ahora esa receta resulta imposible en quienes no son capaces de leer más de 140 caracteres. Aunque, en último término, está la sensibilidad, o eso que ahora llaman buenismo para mofarse de la bondad, y ésa creo que es la verdadera receta para superar esa etapa de irracionalidad alentada por quienes utilizan las frustraciones ajenas para ganar adeptos a una única causa, la del dinero (el propio), dirigen a sus huestes contra las migajas que reciben los más débiles en lugar de contra las fabulosas cantidades de dinero público que se embolsan los más poderosos y ondean banderas nacionales cuando su única patria es un paraíso fiscal. Habría que educar a los jóvenes en la cultura y la inteligencia emocional por igual pero, si fracasamos en lo primero, confío en que no lo hagamos en lo segundo.




domingo, 28 de noviembre de 2021

La solución definitiva

 


Europa se estremece ante una nueva ola de Covid. Los casos están subiendo, sobre todo en los países con menos vacunados. En España están subiendo mucho menos, siendo precisamente el que más vacunados tiene. A esto se le suele llamar “dos más dos igual a cuatro”. Leonoticias ofrece hoy algunos datos sobre los casos en León, donde aún quedan 164.000 personas que no se han querido poner ninguna dosis. En los últimos dos meses, cuando la epidemia parecía controlada, se han contagiado 1.475 personas, de las que 103 tuvieron que ser hospitalizadas, 19 de ellas acabaron en Cuidados Intensivos y 8 de éstas fallecieron. Pues bien, prácticamente en todos los casos se trataba de personas no vacunadas (las vacunadas han sido un 0,7 por ciento).

Los datos parecen claros, pero no sirven para convencer a las víctimas del fanatismo o de cualquier otra conducta irracional. Siempre dirán que son datos falsos, ofrecidos por los esbirros de Mañueco, Sánchez o Satán. Incluso la evidencia es insuficiente para este tipo de personas, de modo que no creo que los llamamientos, argumentos o campañas públicas sean suficientes –me temo- para convencerles de que se vacunen y permitan a la sociedad en su conjunto librarse del virus.

En mi opinión, el dinero de estas campañas debiera utilizarse para seguirles la corriente o, como diría Ayuso, respetar su libertad: no quieren vacunarse, que no se vacunen; están en contra de las vacunas, financiémosles su traslado a algún país en el que éstas prácticamente no existan. Yo propongo la República Democrática del Congo, Haití, Tanzania, Chad o Sudán del Sur. En estos países los vacunados con al menos una dosis no llegan ni al 1 por ciento. Tampoco les iría mal Yemen, Benin, Camerún, Papúa Nueva Guinea, Madagascar o Burkina Faso, donde no llegan al 2 por ciento. Y si ninguno de estos países les convence, siempre les quedarán la República Centroafricana, Guinea Bissau, Etiopía, Nigeria, Uganda o Costa de Marfil, donde siguen teniendo unas posibilidades mínimas de que alguien se les acerque con una jeringuilla. Y hay más: hasta 51 países con menos del 10 por ciento de la población vacunada.

Los supervivientes siempre podrán darnos una visión mucho más documentada que la que ahora tienen, no sólo sobre la pandemia, sino sobre asuntos de aún mayor trascendencia, como la terrible brecha entre países ricos y pobres o entre personas razonables e imbéciles.




domingo, 22 de agosto de 2021

Superheroínas


¡Mírenlas bien! En adelante, en el examen para ser superhéroe habrá sólo una pregunta: ¿es usted tan valiente como estas mujeres? Creo que muchos van a tener que darse de baja de la lista de Marvel y demás. Ellas, con los talibanes, armados hasta los dientes, ocupando el Gobierno de Afganistán, se han quitado el velo y dado la cara en la calle, a plena luz del día, para protestar. Ellas que, para los nuevos (y viejos) gobernantes, son sólo carne de esclavitud

Pero para el examen de malo de la película habrá que poner otro ejemplo: ¿sería usted capaz de hacer lo que este hombre, Jimmy Carter, el rey del cacahuete, ese tipo que parece tan simpático, hizo el 3 de julio de 1979, cuando firmó la autorización a la CIA para que armara a los muyahidines afganos y que éstos echaran a los rusos del país? Muyahidin significa "los que luchan por su fe", pero entonces y siempre los afganos, incluidos los más devotos musulmanes, los conocían como "los criminales", así como a los talibanes como a "los burros", por su extrema ignorancia.


Entre Carter y Reagan gastaron más de 40.000 millones de dólares en comprar a esa gente todo tipo de armamento, además de entrenar y enviar como refuerzo a 35.000 más, entre ellos un tal Osama Bin Laden. Buena parte del dinero era para recompensas: 250 dólares por matar a un soldado o un maestro, 750 por matar a un clérigo musulmán no extremista (sí, tomen nota quienes creen que musulmán es igual a extremista), 2.500 por matar a una mujer que no llevara burka... Para cobrar, había que llevar, al menos, una oreja del asesinado. 

Pero el dinero no era la principal motivación. Recuerdo como si fuera ahora la lectura de un reportaje de la época escrito por un periodista que había conseguido pasar unos días junto a esos bárbaros y a la pregunta de por qué deseaban tanto tomar Kabul, todos respondían que para poder violar a las mujeres. Esas mujeres, tan modernas como cualquier mujer occidental, que estudiaban y ejercían todo tipo de profesiones, eran el principal reclamo.


Con todo, les costó veinticinco años conseguir su espantoso objetivo. Y no, la invasión norteamericana de Afganistán no fue una guerra de liberación sino un mero e inútil intento de frenar la bestia que ellos mismos habían creado cuando ésta se les volvió en contra. No hubo ni hay piedad para los afganos y, sobre todo, puesto que son las principales víctimas, para las afganas.

Escribo esto desde el horror y la impotencia. Que se esclavice a las mujeres desde niñas, que se las someta a todo tipo de crueles castigos, que se las sentencie a una vida de brutalidad y miseria desde que nacen es horrible; que se haga a escala de todo un país es impensable, pero que se haga en 2021 es, además, una espantosa burla, un anacronismo estremecedor.