domingo, 22 de agosto de 2021

Superheroínas


¡Mírenlas bien! En adelante, en el examen para ser superhéroe habrá sólo una pregunta: ¿es usted tan valiente como estas mujeres? Creo que muchos van a tener que darse de baja de la lista de Marvel y demás. Ellas, con los talibanes, armados hasta los dientes, ocupando el Gobierno de Afganistán, se han quitado el velo y dado la cara en la calle, a plena luz del día, para protestar. Ellas que, para los nuevos (y viejos) gobernantes, son sólo carne de esclavitud

Pero para el examen de malo de la película habrá que poner otro ejemplo: ¿sería usted capaz de hacer lo que este hombre, Jimmy Carter, el rey del cacahuete, ese tipo que parece tan simpático, hizo el 3 de julio de 1979, cuando firmó la autorización a la CIA para que armara a los muyahidines afganos y que éstos echaran a los rusos del país? Muyahidin significa "los que luchan por su fe", pero entonces y siempre los afganos, incluidos los más devotos musulmanes, los conocían como "los criminales", así como a los talibanes como a "los burros", por su extrema ignorancia.


Entre Carter y Reagan gastaron más de 40.000 millones de dólares en comprar a esa gente todo tipo de armamento, además de entrenar y enviar como refuerzo a 35.000 más, entre ellos un tal Osama Bin Laden. Buena parte del dinero era para recompensas: 250 dólares por matar a un soldado o un maestro, 750 por matar a un clérigo musulmán no extremista (sí, tomen nota quienes creen que musulmán es igual a extremista), 2.500 por matar a una mujer que no llevara burka... Para cobrar, había que llevar, al menos, una oreja del asesinado. 

Pero el dinero no era la principal motivación. Recuerdo como si fuera ahora la lectura de un reportaje de la época escrito por un periodista que había conseguido pasar unos días junto a esos bárbaros y a la pregunta de por qué deseaban tanto tomar Kabul, todos respondían que para poder violar a las mujeres. Esas mujeres, tan modernas como cualquier mujer occidental, que estudiaban y ejercían todo tipo de profesiones, eran el principal reclamo.


Con todo, les costó veinticinco años conseguir su espantoso objetivo. Y no, la invasión norteamericana de Afganistán no fue una guerra de liberación sino un mero e inútil intento de frenar la bestia que ellos mismos habían creado cuando ésta se les volvió en contra. No hubo ni hay piedad para los afganos y, sobre todo, puesto que son las principales víctimas, para las afganas.

Escribo esto desde el horror y la impotencia. Que se esclavice a las mujeres desde niñas, que se las someta a todo tipo de crueles castigos, que se las sentencie a una vida de brutalidad y miseria desde que nacen es horrible; que se haga a escala de todo un país es impensable, pero que se haga en 2021 es, además, una espantosa burla, un anacronismo estremecedor. 

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