Se
cumple otro año viva, sobrevolada de cigüeñas, bajo
las
formas fetales de las nubes,
salpicada
de pequeños pétalos blancos.
Otro
año, por llamarlo de algún modo,
desde
que una paloma chocó con mi pecho
y
ambos murieron
en
apenas un golpe de abanico.
Mi
sombra se desdobla y ví y veo
el
poder del reverso tenebroso.
Se
cierne sobre mí una tormenta muda.
No
os encariñéis, no me améis demasiado.
Me
esperan.
Me
hará de guía la muerte
que
inclina un año más la balanza,
con
las piernas cruzadas, con el gesto impaciente.
Mi vida se desliza de sauce en sauce
y de ti en ti.
Entre todos, vivos y muertos,
yo te elijo,
te vuelvo a elegir.
Mi vida y tu muerte se deslizan
de sauce en cielo.
Mi vida y mi muerte
van parejas
como tú y yo
por parajes arbolados
de rama en nube,
de la nube al vacío
y se derrama
de cielo en cisne, de sauce en sauce.
Voy a gritar que te amo,
voy a gritarlo de
fuera adentro
y de dentro afuera.
Voy a gritar,
amor,
tan fuerte
que rompa el muro
entre la vida y la muerte.
Sí, todo.
De lo mínimo a lo absoluto.
Sólo un gesto: la sonrisa
con la que
tiernamente
recogías los secretos
que nunca habría de contarte.
Todo un gesto:
quedarte conmigo
aún
después de muerto.
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