Recientemente leí un reportaje que corroboró mi sospecha de que, por motivos puramente comerciales, las multinacionales de entretenimiento, especialmente la omnipresente y omnipotente Disney, han decidido agrupar al público de 7 a 15 años (aproximadamente) ofreciéndoles los mismos productos. Es algo bien constatable en la programación televisiva, así como en todo el marketing asociado: los niños pasan directamente de la Abeja Maya a Hanna Montana, con un vacío tremendo en lo que podríamos llamar "la infancia de los niños mayores", que, desde luego, no son adolescentes ni preadolescentes, pero que, en la práctica, terminan siéndolo. De modo que nos encontramos, por mor de meros intereses comerciales, con que nuestros/as hijos/as, con 8 ó 9 años, ya hablan y se comportan como adolescentes, sencillamente por los programas que ven los tienen como protagonistas y, por tanto, como modelos. Teniendo en cuenta que, por otra parte y por distintos motivos, la adolescencia cada vez termina más tarde, estasmo consintiendo que se prolongue de forma exagerada y artificial la etapa más difícil y peligrosa de nuestros hijos. Creo que
urge un gran debate nacional sobre éste y otros asuntos: la televisión, la educación en los colegios, la creciente falta de compromiso de los profesores, la necesidad de coordinar a los agentes educativos, el botellón, el creciente sexismo de los juguetes, la alimentación, etcétera. Hay que debatir estos asuntos entre todos y hacer que el Gobierno se involucre y tome medidas, no sólo en el ámbito público sino también en el privado.
Y aun más... ¡es que la propia actriz es una niña! Estamos perdiendo los modelos.
ResponderEliminarNo sólo eso, ¿qué me decís de las letras de algunas canciones, o de algunos anuncios emitidos en horario de máxima protección?, creo que hay demasiados debates que abrir.
ResponderEliminarHay alguna forma de hacer llegar a la Disney el descontento-sorpresa-indignación de los padres? No os cuento los dibujos que emiten para niñas/os de 5 años, los modelos son estupendos, un cúmulo de virtudes. Años luchando contra las desigualdades y lo único que hemos conseguido en lugar de desterrar a la barby, es que ahora las protagonistas de los dibus además de anoréxicas largiduchas cinturas de abispas exhuberantes sean LUCHADORAS, disfrazadas de hadas pero repartiendo estopa, en nombre del bien, eso sí.
ResponderEliminarEs difícil ir contra la corriente, sobre todo por lo persuasivas que son las hijas (y, obviamente, los hijos), pero creo que es importantísimo que no nos dejemos (ni las dejemos) ser arrastradas por la corriente. Yo propongo que nos neguemos a comprarles mochilas-bolis-cojines-estuches-agendas-pijamas... y un casi infinito etcétera de productos ligados a los programas de televisión. Ahí está el negocio y es sólo por ese negocio por el que manipulan la edad, gustos e intereses de los críos.
ResponderEliminarSí, también los modelos para los niños pequeños dejan bastante que desear. Una cosa que a mí me llama mucho la atención son los padres que, habitualmente, aparecen: él trabajando en el jardín y ella en la casa. De todos modos, creo que para los niños con menos de ocho años, también hay algunos buenos programas y, sobre todo, más donde elegir, mientras que, en cuanto cumplen los ocho, ya no les dejan opción: tienen que unirse al coro de telespectadores adolescentes que, básicamente, les prepara para ser futuras animadoras o club de fans.
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