El escándalo del tráfico de datos
personales en Facebook (donde me sigo expresando), que es sólo una parte
llamativa de la realidad de un constante comercio de datos a través de toda la
Red, es la manifestación de un hecho muchísimo más grave, un paso más en la perversión de la democracia hacia su completa y
silenciosa desaparición: si la globalización supuso la conversión de los
ciudadanos en clientes, ahora hemos pasado de clientes a producto.
El sistema avanza y lo hace
en la misma dirección que nos llevó a la gran crisis financiera, al progresivo
recorte del Estado del Bienestar y a la desaparición de la clase media en pro
de una sociedad cada vez más polarizada entre escandalosamente ricos y
escandalosamente pobres.
Vivimos en una ficción económica. El presidente del PEN Club –mi nunca
suficientemente citado John Ralston Saul- dice que en los
años 70 el comercio era seis veces el valor de los bienes; en 1995 era 50 veces
más y ahora, a falta de datos -porque se ocultan- calcula que es alrededor de
150 veces más. Y seguimos creando más y más dinero: tarjetas de crédito, bonos
basura, derivados… y ahora bitcoins.
Nunca ha habido tanto dinero y tan mal repartido.
Pero con dinero o sin él, el frenesí del
consumo debe continuar. Y si, para ello, hay que resucitar la esclavitud, se
hace. Y nosotros, los que menos dinero
tenemos en la sociedad de la opulencia, los que lloramos viendo “Kunta Kinte”,
cerramos los ojos a la esclavitud, incluso de miles de niños, para poder
comprar los artículos que, gracias a ella, nos resultan baratísimos.
Llevamos ya decenios “de abrumadora mediocridad intelectual, sin
sentido de la historia, ni imaginación, ni creatividad, sin pensar qué estamos
haciendo y adónde vamos: una gran banalidad con tremendos resultados”, dice
Ralston Saul. Pero además de estirpar
nuestra consciencia, el neoliberalismo estirpó nuestra conciencia y ahora, en
un paso más, abole nuestra propia personalidad para convertirnos, al tiempo que
clientes que consumen incansablemente, en producto a consumir por quienes nos
dirigen hacia su “Mundo feliz”.
Si encima le sumas el despliegue de puritanismo y moralina censora...mira esto:
ResponderEliminarhttps://laantorchadekraus.blogspot.com.es/2018/04/ce-ne-sont-pas-des-seins-o-willy-ronis.html
Salud y calma.
Muy interesante el artículo. Se trata, como dices, de crear una falsa sensación de protección. Todo se hiper-regulariza, se controla, se dirige... Se nos protege de la "indecencia" en el arte o la música al tiempo que se carga de erotismo todo aquello que se nos quiera vender o se quiera vender a adolescentes e, incluso, niños, porque el que manda es el Mercado.
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