Esa niña es hoy, sin duda, parte de los dos millones y medio de niñas y niños españoles que pasan hambre y frío en sus casas. O en casa de los abuelos, porque sus padres perdieron la suya. Esto dice el informe de Cáritas: Hoy hay trece millones de pobres en España; el segundo mayor índice de pobreza infantil en Europa, tras Rumanía; la mayor tasa de abandono prematuro de la escuela; más de seis millones de parados; dos millones y medio de niños en la pobreza. Y el ministro de Economía, en su inmenso cinismo, responde que el error es de Cáritas por publicar ese informe.
Lo que más lamento es que los padres de esos niños, esos adultos desesperados, no saben, en muchos casos, contra quién volcar su desesperación o la vuelcan sólo contra Rajoy sin ver quiénes manejan a ésta y las demás marionetas que pueblan la política nacional. Lo que más lamento es que puede que vuelquen su rabia contra el que está delante en la cola del paro (ése que viene de África a quitarle el sitio) o detrás en la del comedor de caridad. Lo que más lamento es que, muy probablemente, no leerán, ni se informarán, ni se manifestarán, ni votarán. Sólo pueden pensar en cómo encontrar comida; en cómo vencer el frío de esta primavera inclemente.
Es una vileza utilizar los sentimientos de la gente para ablandar y conseguir votos.
ResponderEliminarSin embargo, es práctica habitual y, mucho me temo, los periodistas tenemos mucho que ver en eso. José Luis Estrada solía decir que los políticos (empresarios, famosos, etcétera) no eran nadie sin un abogado que les ayudara a incumplir las leyes y un periodista que les ayudara a mentir. Sin duda, un juicio duro, pero es verdad que en eso consiste, a menudo, el papel de los asesores.
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