Señor de las aguas, roble milenario,
el habitante del faro, el vigía
del bosque, guardián
de manantiales y regueros
que emerge desnudo del lago;
constructor de chozas, de ideas
y canales en la arena,
de prendedores de hojas y flores,
de aromas; espejo de la hierba mojada
y de la escarcha en la ventana;
inventor de mapas, cabal;
escudo de avispas, polillas
y pesadillas,
gran cazador de mosquitos y temores,
ojos sin nubes cristal del prado,
espuma blanca en el rugiente mar de la noche,
abrazo, cálida arena,
número capicúa -y esos hoyuelos que adoro-,
el guardarríos, rey del amanecer,
el horno del pan, el fuego
en invierno, la cama caliente
y la mano que envuelve, que irradia,
que lleva prendido el gatito huérfano,
atlante de todas los pesares,
amigo de los pájaros diminutos y los
solitarios autillos,
pacífico habitante del adobe,
olor de café y lavanda
en la mañana;
ladrón de nueces verdes, lilas y moras,
hortelano de las palabras,
el camino de estrellas, brújula,
hilo de Ariadna, flecha
en el tortuoso sendero, guía de durmientes
en las madrugadas,
siesta, sonrisa, sombra,
perfume, ágora,
fresa silvestre,
maletín de sueños,
pan de raposa para el hambriento,
transparente campo de rocío,
el gran gigante bonachón,
dulce Gulliver; el tesoro escondido
en lata y cartón,
reloj de muñeca y bolsillo, carillón,
despertador de conciencias;
sueco, canadiense, hindú;
bosque y más bosques,
agua y más agua,
libros,
iris, nido, maíz tierno, ave
migratoria, leal cigüeña, silencio,
rumor de fuente,
naranjo y limonero, carta
de amor, tierra húmeda,
árbol frutal,
el más vivo de todos los muertos.
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