Ya no soy yo. En el
otoño de mi edad,
cuando soy más yo
misma y menos ya de todo,
soy tú.
No te fuiste al
cielo ni al Más Allá,
sino al Más
Adentro.
Te metiste en mí.
Sí, te llevo dentro
en una ocupación
que no es metáfora.
Tengo en mí tu amor
intacto, tu juicioso
y laborioso hacer,
tus inquietudes y tu celo.
También tu pena,
tus amargas decepciones,
tu siempre
insatisfecho corazón.
Tu coraje y tu
miedo.
Tu soledad en el
bullicio de una vida derramada.
Ya no tengo que
preguntar ni preguntarme
para aprender y
comprenderte: sólo cerrar los ojos.
Y no espero
sino seguir
dehilachándonos juntas y reconsiéndonos
y volver a
deshacernos hasta cruzar,
juntas,
el umbral al polvo
y la brisa entre
los alisos.
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