¿Os acordais del cocooning? Pues parece que va en aumento, pero hasta el punto de que yo ya hablaría de una especie de agorafobia social. Estamos convirtiendo la casa en el escenario, no de nuestra vida privada, sino también de nuestra vida social, puesto que nos comunicamos (es lo que estoy haciendo yo ahora) a través del ordenador y, cuando es físicamente, lo hacemos en reuniones en casa, de modo que sólo estamos con personas que previamente elegimos. Es curioso que la globalización nos haya llevado a esa reacción contraria. Es lo que pasa con todos los procesos que se producen con demasiada rapidez.
Con ayuda de la tecnología, hemos tenido el mundo en nuestra mano, lo hemos visto y conocido como nunca antes y, ¿qué hemos hecho entonces?: encerrarnos, como si el mundo nos diera miedo, como si tener la posibilidad de ver, en vivo y en directo, cómo son los países más lejanos, cómo viven sus gentes, en lugar de estimular nuestro sentimiento de fraternidad, sólo nos hubiera provocado inseguridad.
Pues yo apuesto por lo contrario. Yo creo que la globalización debe ser social y debe inducirnos a la curiosidad por descubrir, por aprender, relacionarnos. Yo creo que hay que fomentar las relaciones cara a cara. Apuesto por la desvirtualización, por hablar a través de un teclado, pero también levantando la voz. Apuesto por el encuentro. ¡A la plaza!
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