miércoles, 9 de abril de 2025

Todo por la pasta

 
Ilustración deChristoph Niemann para The New Yorker


No nos equivoquemos. No hay ideología ni siquiera una idea suelta detrás de la política de Trump o Putin. Putin es, sencillamente, el representante de la mafia rusa, el que cuida de sus intereses desde el poder y Trump el representante de la mafia de los plutócratas –Musk, Bezos, Zuckerberg…-. Es normal que hoy hagan una política ultraliberal y al día siguiente ultra proteccionista. Es normal que hablen de libertad y, al mismo tiempo, impongan la censura. Es normal que expulse a los inmigrantes, pero ofrezca asilo a los supremacistas blancos de Sudáfrica por “discriminación racial”. No hay en sus cabezas ningún propósito preconcebido que no sea el de ganar más y más dinero y hacérselo ganar a sus amigos. Igual que las familias de la mafia italiana se sentaban a una mesa para repartirse barrios y ciudades, éstos se sientan para repartirse el mundo, y utilizan las mismas tácticas de chantaje. Se vio claramente en la entrevista de Trump y Zelenski: “Te voy a hacer una oferta que no podrás rechazar: dame tus tierras raras, dale a mi socio las tierras que quiere y mis sicarios quizá te protejan… o quizá no, pero es tu única opción”.

Ilustración de Malet para el artículo "Casa Blanca, Casa Nostra" de John Carlin en La Vanguardía

Por más que los disfrace como una forma de llenar las arcas públicas, los aranceles no son sino otra forma de extorsión para llenar bolsillos privados. Así, por ejemplo, el día antes de imponer los brutales aranceles a China, Trump  le hizo otra oferta que no podría rechazar: permitir a Byte Dance vender una participación en su popular red social de vídeos TikTok. Puro negocio privado. Lo que pasa es que China sí rechazó la oferta porque tiene muchos más años de dictadura a sus espaldas y se mueve mejor en esas turbias aguas. Y aunque ha repartido aranceles a diestro y siniestro, Trump se ha cuidado muy bien de que las gigafactorías de Tesla (Musk) en distintos países queden blindadas. Y, en adelante, cuando los distintos líderes se presenten a sus pies para negociar, él impondrá condiciones que, en todo caso, tendrán que ver con negocios privados, no con intereses públicos.

No hay que dejarse llevar por el espectáculo: el queso en la cabeza de Musk, los paseos en oso de Putin, las locuras de Trump… Todo es escenografía detrás de la cual se ocultan los sórdidos garitos en los que se cuenta el dinero, en los que se convierte la sangre de ancianos, niños, mujeres, jóvenes de África, Palestina o Ucrania en yates, cohetes espaciales, palacios y cualquier mierda que pueda comprarse. No hay más que ver a Milei, haciéndose el loco con su motosierra. Dice que su política se la susurran sus perros, pero el perro que realmente le susurra qué hacer es Eduardo Elsztain, dueño del grupo empresarial IRSA, un oligopolio inmobiliario, agropecuario y minero.

Y todo viene del crack de 2008, la terrible crisis financiera que puso al descubierto las vergüenzas de la economía financiera. Supimos entonces que el capital ha quedado en manos no sólo de desaprensivos que no se juegan nada sino que, además, son ignorantes e incompetentes y pueden llevar a la quiebra cualquier gran empresa. La solución, por supuesto, estaba en dar un paso atrás y rescatar las regulaciones suprimidas en los últimos años. Pero no se hizo y se dejó a los MBAs que manejan los mercados y a los plutócratas para quienes trabajan margen suficiente para revolverse y clamar, no sólo contra la regularización del Mercado, sino a favor de la total y completa desregulación. Si algo se demuestra ser malo, insistamos con más fuerza. Todo sea por la pasta.

Y aquí estamos. Con la política en manos de quienes detestan la política, votados por ingenuos que también se desinteresan de la política  piensan que los asuntos públicos los gestionan mejor los ricos que los sabios.

lunes, 17 de febrero de 2025

Mi aventura leonesista

 


Mis aventuras (políticas) juveniles empezaron tan pronto que nunca les he dado la menor importancia: tampoco tuvieron mucha, desde luego. No obstante, preparando el libro "Ven y Mira. Historia del Cine Club Universitario de León", tropecé con la tesis doctoral de David Martínez Pérez ("Construyendo la democracia. Tardofranquismo, transición política y la cuestión autonómica en la provincia de León. 1962-1984", Universidad de Valladolid) que, para mi deleite y sorpresa menciona una de esas aventuras que se habían casi perdido en mi memoria, la creación de la Asamblea Regionalista Leonesa (ARL). ¡Nos dedica todo un capítulo! Los datos aportados no son del todo exactos, pues la plantea como una escisión del GAL por parte de militantes de la Liga Comunista Revolucionaria y el único militante de ese partido de extrema izquierda que protagonizó la escisión no estuvo en la ARL. Pero sí recuerda que introdujimos en el regionalismo leonés una visión más progresista y menos folclórica que la entonces (y única) existente, que incluimos en nuestras reivindicaciones el feminismo o la supresión de las leyes contra la homosexualidad, que participamos intensamente en la oposición a la instalación de centrales nucleares y la creación de la Universidad de León. Entre nuestras reivindicaciones, la elección de una Asamblea Regional Constituyente de las Comarcas de León, el desarrollo de los dialectos comarcales, la fundación de un Instituto de Cultura Regional... y culpábamos del atraso leonés a "oligarcas y caciques".

Aunque, con mucha razón, el autor señala que tuvimos poco éxito (lo de poco es más bien piadoso), también recoge que "dos de los objetivos de la ARL, como fueron el propiciar movilizaciones populares favorables a la autonomía leonesa y la difusión de la conciencia regional fueron en parte conseguidos, puesto que participaron en la organización de las jornadas pro-autonomía leonesas que se desarrollaron en marzo de 1978. Consistieron en actuaciones musicales, recitales de poemas y finalizaron con la primera manifestación que pretendía conseguir la autonomía leonesa. Pese a tener una ideología elaborada, sus apoyos entre la población fueron muy escasos". Yo culpo en buena parte de esa falta de apoyos al hecho de que yo era menor de edad, lo que limitaba mucho mi capacidad de actuación. Quizá también lo eran mis dos inseparables compañeros, Javi y Roca (de los que nada sé desde hace muchísimos años, porque del uno sólo recuerdo el nombre y del otro, el apellido). 

A parte del maravilloso recuerdo de mis amigos, hasta ahora sólo tenía de esos episodios destellos muy personales, casi todos ligados a esa manifestación. Para empezar, a Pedro Trapiello llamándome para participar en una grabación de TVE en el hostal de San Marcos en los minutos previos a la manifestación, junto a los otros convocantes y algunas personalidades como Miguel Cordero del Campillo; mi vergüenza de hablar ante una cámara cuando parecía una enana infiltrada, a mi madre poniéndose delante del televisor para que mi padre no me viera y se llevara el disgusto de saberme, tan cría, "metida en política" (la pobre llevaba ya cuatro años intentando evitarlo, porque antes de la ARL hubo más, pero eso es otra historia) y, lo mejor, la enorme sorpresa de salir del parador y ver la enormidad de gente que había acudido a manifestarse.

Pero si la lectura de la tesis despertó mis recuerdos, un reportaje de Fulgencio Fernández en La Nueva Crónica de León sobre las primeras manifestaciones leonesistas ha provocado un ataque de benevolencia hacia mi prematura actividad política, que hoy me atrevo a hacer pública porque, a la postre, fue la única experiencia leonesista que se ha planteado, no en términos de un nacionalismo de derechas (todos lo son, ¿no?) o de grupo de intereses en busca de una llave de gobierno y, según me dijo Lolo en la última conversación que tuve con él, ese enfoque progresista del leonesismo, despojado ya de la ingenuidad de la ARL, puede haber resurgido, cuando han pasado más de cuarenta años, en un nuevo grupo que está mostrándose muy activo, Alantre. Aunque las cuestiones autonómicas no están, desde hace tiempo, entre mis principales preocupaciones políticas, me alegro de ello.