El blog de una periodista leonesa para personas que desean debatir, cabalmente, cualquier asunto, especialmente los relacionados con la educación y la política.
Sé que estás ahi, en la nube, el pájaro, la música, el sol en el balcón, la onda en el agua... Sé que estás aquí pero sigo buscándote. Me visto tu ropa, duermo con tu colonia impregnando la almohada, releo tus cartas y lamo tus cenizas. Y todo me sabe a poco, veintiún gramos no bastan a quien lo tuvo todo. Así que sé que estás aquí y yo te busco. Busco tu vello en el aspirador, busco tu aliento en el espejo, tu mano en mi espalda, tu calor en mis pies, busco tu pelo en el peine y tu sudor en mi boca, busco una escama de tu piel, una uña rota por los rincones de la casa, busco la pelusilla que encontraba en tu ombligo, el sonido de la llave en la puerta, de tus pasos y tus ronquidos, tu saliva en la taza, el polvo atrapado en la suela de tus zapatos, la humedad de tu piel bajo la bata, la mancha que dejaste en la pared, tu sombra en cada sombra dibujada. Miro la vida como un estereograma, guiñando los ojos, mirando al fondo y más allá para que la vida recobre tu forma. Y voy dejando un caminito de lágrimas para no perderte.
Sólo tú, que no estás, puedes saber por qué me siento en esta mesa, por qué he elegido este bar y lloro con esta canción y río con esa imagen y tengo, de pronto, el gesto ausente. Por qué evito esa calle o me asombro sin aparente motivo. Sólo tú, que ya no estás, conoces todos, todos mis pensamientos y el desbocado latido de mi corazón. Sólo tú oyes la música que suena en mi cabeza, sabes el chiste que me hace reír. Porque mis frases son sólo el final de las tuyas y sin tu voz quedan inconclusas mis palabras. Sólo tú, y no estás, me sobreentiendes.
Hoy es el día. Dentro de ti, la pócima ha empezado a hacer efecto. En la revisión rutinaria el médico dicta tu sentencia. Te quedan meses, quizá días, para cancelar tus planes con el futuro. Hoy es el día. Llave de contacto, cinturón, emisora musical. Y un niño se te cruza. Morirá. Tú también... de otro modo. Es el día. Tenlo en cuenta. El Vesubio escupe su fuego y consuma vuestro último abrazo. Hoy es el día. Al otro lado del teléfono, una voz anuncia: tu hijo (sí, ayer le reñiste por sus malas notas) ha tenido un accidente fatal. El día en que tu madre muere (¿y no era ayer cuando habías quedado en visitarla?). Hoy te conviertes en huérfana. Hoy queda tu cama vacía. Hoy, ahora -y aún no lo sabes- se ha acabado todo. Todo.