domingo, 15 de marzo de 2015

Hace tres años





Demasiado alto
para tantas mezquinas pasiones e ideas pequeñas.
Demasiado alto para la vida y para el féretro.
Demasiado profundo para nadar en la charca
en la que aúllan peces barbudos y caimanes insomnes.
Demasiada primavera
en las manos de pan caliente.
Te esperaban las nogales,
ansiosas sus raíces de beber tus cenizas
junto al lago;
sus ramas, de abrazar tu espíritu libre
y liberar el espíritu del agua.
Y sí, era primavera, pero
mientras tú ardías
sobrevino un silencio de nieve.
Se rompió el espejo
en el que yo me veía tal como deseo ser.
Se acabaron mis muchas vidas
para empezar el sinvivir que precede a la muerte.
Sentada en el banco helado.
Hoy hace tres años
y voy a escuchar a Mike Oldfield todo el día,
hoy voy a leer tus cartas de amor,
hoy voy a mirar tus fotos y a recorrer
todo tu cuerpo con los ojos doloridos y la sonrisa empapada.
Y desearé morir
si es lo necesario para volver a estar contigo.
Y desearé vivir
si es lo preciso para no perderte del todo.



viernes, 27 de febrero de 2015

El político infiltrado


Hace poco vi un programa de televisión con mi hija (sí, las cosas que una tiene que hacer por sus hijos superan a veces lo imaginable). Se llamaba "El jefe infiltrado" y va de un empresario que, disfrazado convenientemente, pasa unas jornadas trabajando en su propia empresa, no se sabe muy bien si para controlar "in situ" los procesos de producción o, simplemente, espiar a sus trabajadores. Todo acababa bien: les hace unos regalos a sus avergonzados operarios y él vuelve a su vida, mejor que la de ellos, sin duda alguna. Me pareció una idea estupenda, pero para aplicar a muchos de los políticos españoles, sobre todo después de oír el discurso del presidente en el debate del estado de la nación, en el que se esforzó sin rubor ni piedad en que creyéramos que el país va mejor sólo porque a algunos (a quienes nunca les fue mal) les va mejor. Definitivamente, dio la impresión de que la profunda brecha de desigualdad abierta en España ha consolidado dos países incapaces de verse cara a cara y algunos políticos se han acomodado en la España cómoda (valga la redundancia), en la que siempre han vivido. No quieren entender que un país o comunidad cualquiera es un único ente y que sólo prospera si lo hacen todos a una, no unos a costa de otros.



No, no soy partidaria de que los políticos trabajen sin un buen sueldo, pues no creo que la política deba dejarse en manos de los ricos, que son los únicos que podrían hacerlo, pero, además de revisar muchos sueldos ciertamente desmesurados, no hay nada como experimentar en carne propia la realidad ajena. Propongo un programa, "El político infiltrado" que, por un tiempo o a perpetuidad, permita, por ejemplo, a Ana Botella, vivir de lo que saque cantando en el metro; a los alcaldes de Valladolid y Barcelona, ser mendigos en sus ciudades; a Fátima Báñez, un poco de lo que ella llama "movilidad exterior" sobreviviendo en Alemania como friegaplatos en una hamburguesería; a Arias Cañete, desde luego, le tocaría trabajar de camarero en una tasca; a la diputada Andrea Fabra, en una oficina del paro, en la que tenga que conocer en persona a algunos de los más de cuatro millones y medio de desempleados, sus sueños rotos y sus vidas invisibles; a Rita Barberá, Camps, Zaplana y demás ralea, les enviaría a trabajar de peones a una fábrica de Louis Vuitton, pero de las que tiene en La India; a Cospedal, de víctima de desahucio, lo que le vendría muy bien para hacer dieta, dado que se dice convencida de que los españoles dejan de comer antes que incumplir sus deberes religiosos para con los dioses banqueros; a Rafael Hernando, ése que se burla de quienes buscan a sus parientes asesinados y enterrados en fosas comunes, de sepulturero; a Esperanza Aguirre, de policía de tráfico; a Aznar lo enviaría a practicar el inglés a Estados Unidos, concretamente de inmigrante ilegal trabajando en el servicio doméstico. A Rato... Bueno, a Rato lo infiltraría en una prisión de máxima seguridad en calidad de preso, como a tantos otros; y a Rajoy, de escapar a esta alternativa, sencillamente a vivir del sueldo mínimo en el trabajo y distrito que prefiera.


martes, 17 de febrero de 2015

El liderazgo de los Gargantúas


Restaurantes, vino, ropa, joyas, hoteles de lujo, juergas nocturnas y más y más restaurantes… En eso se gastaban los “cajeros” con tarjeta black el dinero de los grandes, medianos, pequeños y pequeñísimos ahorradores. Los delegados de banca de Comisiones Obreras, liberados del sindicato y con sueldos medios de sus entidades de 45.000 euros, recibían sobresueldos que se gastaban en exactamente lo mismo: comilonas en marisquerías, asadores… hasta tres comidas por semana y dirigente en restaurantes que superan los cincuenta euros por comensal.

Obviamente, lo escandaloso de esta noticia es el fraude que suponen estas personas, cuyo cometido es defender los derechos de los trabajadores en un sector que perdió más de 30.000 empleos mientras ellos se reunían a mesa puesta, y el hecho de que tales sobresueldos (3,7 millones entre 2008 y 2012) se debieran a donaciones de los propios bancos, empezando por las Cajas de Ahorro que, cuando no han desaparecido, lo han hecho a costa del dinero de todos, incluidos los que nunca han sido sus clientes, incluidos los que no lo tienen… ah, y de donaciones de la patronal.

Pero lo que me llama poderosamente la atención es que Blesa y el sindicalista Benito Gutiérrez, por poner dos ejemplos, tengan los mismos gustos y que, en ningún caso, ese dinero ilegítimamente gastado lo fuera en libros, visitas a museos, viajes culturales… por no hablar de algún acto filantrópico. Sus gastos no sólo reflejan su catadura moral, sino la ignorancia y zafiedad que la acompañan y que iguala a políticos corruptos, banqueros, empresarios y sindicalistas.

No se trata sólo de la náusea que causa su vulgaridad, sino de la inquietud que provoca su ignorancia. Serán (los que lo sean) especialistas en lo que sea, pero son profundamente incultos. No es de extrañar que se afanen tanto en elaborar jergas incomprensibles para dar la impresión de que su trabajo es extraordinariamente complejo, como no son de extrañar los resultados. Grandes empresas ensalzadas como triunfadoras modélicas cuyos directivos eran encumbrados por su preparación e inteligencia, han protagonizado quiebras de cientos de miles de millones. Recordemos la primera, la de Lehman Brothers, que fue de 639.000 millones de euros, más del doble que toda la deuda de Grecia; y recordemos además que el día anterior a su hundimiento, ese banco de inversión había recibido la calificación, por parte de las todopoderosas agencias de Rating (los inquisidores del neoliberalismo) de triple A, es decir, seguridad absoluta, como ya había ocurrido con Enrom, los bancos islandeses o Madoff. Y es que los dueños del mundo (Goldman Sachs, Warren Buffet, Hearst…) son meros tragones que saben más de angulas y nécoras que de economía.

¿Que Rato, presidiendo el Fondo Monetario Internacional, no se enteró de la brutal crisis financiera que estaba a punto de estallar? ¿Qué el banco frente al que le pusieron, hecho con el dinero de todos, pues procedía de la fusión de las cajas, fue un desastre que sólo sirvió para que una pandilla de tramposos se hicieran aún más ricos? ¿Qué para salir a Bolsa ha tenido también que falsear los verdaderos datos? ¡Cómo extrañarse!

Sostengo que el mundo está gobernado por una panda de ignorantes. Y no me refiero a los políticos… que también. Éstos, al fin, no son sino el reflejo de los otros y, de hecho, sus corruptelas son también la sombra de la intrínseca corrupción de quienes han creado el presente modelo económico; de los grandes economistas que ni previeron la crisis ni han sabido aportar soluciones; de los altísimos directivos con un montón de másters que no saben más que jugar con el dinero ajeno; de los grandes empresarios que sólo saben ganar dinero a costa de rescates públicos o esclavizando a sus trabajadores (cuando no, directamente, utilizando mano de obra esclava en La India o China… ¡qué gran talento hay que tener para eso!). ¿Qué clase de dirigentes económicos tenemos y cómo esperamos que sean los dirigentes políticos si se pasan el día haciendo la digestión y la noche de putas?


Lo peor es que los medios de comunicación sigan encumbrándoles. Constantemente veo artículos sobre “las mujeres más ricas”, “los multimillonarios más jóvenes”, etcétera; historias de multimillonarios que se exhiben como modelos sociales; y lo son, al menos para los políticos, que emulan su forma de vivir a golpe de tarjeta (sí, dinero virtual) con la que pagan restaurantes, alquileres, el servicio doméstico, el colegio de los niños, las vacaciones y, en el caso de uno de los dirigentes de CC.OO., hasta las multas de tráfico. ¿Cuántos grandes empresarios saben lo que cuesta un billete de metro o la cesta de la compra? Ellos han creado un sistema económico que ignora la economía real, un sistema por el que uno se puede convertir en millonario especulando, sin ver ni un billete... ni el rostro de quienes morirán de hambre por su causa. Si su éxito sigue siendo el paradigma social, ¿cómo no van a perder los políticos el contacto con la realidad y con los ciudadanos que les votan? 



sábado, 6 de septiembre de 2014

Sí, la vida vuela



Se cumple otro año viva, sobrevolada de cigüeñas, bajo
las formas fetales de las nubes,
salpicada de pequeños pétalos blancos.
Otro año, por llamarlo de algún modo,
desde que una paloma chocó con mi pecho
y ambos murieron
en apenas un golpe de abanico.
Mi sombra se desdobla y ví y veo
el poder del reverso tenebroso.
Se cierne sobre mí una tormenta muda.
No os encariñéis, no me améis demasiado.
Me esperan.
Me hará de guía la muerte
que inclina un año más la balanza,

con las piernas cruzadas, con el gesto impaciente.


















Mi vida se desliza de sauce en sauce
y de ti en ti.
Entre todos, vivos y muertos,
yo te elijo,
te vuelvo a elegir.
Mi vida y tu muerte se deslizan
de sauce en cielo.
Mi vida y mi muerte
van parejas
como tú y yo
por parajes arbolados
de rama en nube,
de la nube al vacío
y se derrama
de cielo en cisne, de sauce en sauce.


Voy a gritar que te amo,
voy a gritarlo de
fuera adentro
y de dentro afuera.
Voy a gritar,
amor,
tan fuerte
que rompa el muro
entre la vida y la muerte.


Sí, todo.
De lo mínimo a lo absoluto.
Sólo un gesto: la sonrisa
con la que 
tiernamente 
recogías los secretos
que nunca habría de contarte.
Todo un gesto:
quedarte conmigo
aún
después de muerto.





jueves, 12 de junio de 2014

No pudimos, pero podemos



Hay otra forma de hacer política. Lo supimos. Lo intentamos. En las pasadas Elecciones Municipales, José Luis Estrada, que llevaba años vaticinando, primero el estallido de la burbuja de la construcción, después la financiera y, finalmente, la de la democracia a manos del neoliberalismo, creyó imperioso dar el paso, salir a la plaza a proponer soluciones para reinventar una democracia real. Me animó a entrar en una candidatura tras Miguel Hidalgo, un político que entendía todo eso y que había ya demostrado una gran capacidad de trabajo y de liderazgo honesto. Tras las siglas de Civiqus (que en su momento elegimos porque aunaban el civismo que reivindicábamos, la consideración de ciudadanos frente a la de clientes o meros votantes, y un cierto aire romano, pues el partido se formó en Villaquilambre, en plena campaña municipal reivindicando la Villa Romana, como símbolo de la cultura menospreciada y hurtada a la población) nos presentamos en León con un lema, "¡Abran paso!" con el que queríamos "jubilar" a los poderes fácticos de siempre, encabezados por Isabel Carrasco y Paco Fernández, y abrir la puerta a una alternativa ciudadana de gobierno, con gente de la calle, como la que integraba nuestra candidatura: una periodista en paro, una joven con un contrato basura, un médico de la Seguridad Social, una laboral de la Administración... José Luis lo definió como el partido de las víctimas de la crisis y contra la corrupción. Era una definición no ideológica, pero sí con un ideario que se plasmó en un programa, una estrategia y una filosofía.

El programa está ahora en Podemos, aunque el de Civiqus iba algo más allá, al presentarse, no como una lista de promesas o meros propósitos, sino como un contrato que todos los candidatos firmamos. Bajo los epígrafes "Exigir responsabilidades", "Recuperar el control público", "Proteger a los afectados por la crisis", "Premiar el esfuerzo y el trabajo", "Reprimir la riqueza y el despilfarro", "Recuperar sueños y dar oportunidades", "Evitar que se repitan los errores pasados", "Que los ciudadanos controlen y dirijan", se plasmaban todos los compromisos de gobierno concretos que asumíamos, entre ellos una declaración pública y publicada de bienes e intereses patrimoniales, cambios concretos en el Plan de Urbanismo; restringir al máximo los consorcios, fundaciones y demás chiringuitos para camuflar el dinero público, las relaciones con el área metropolitana, medidas contra los desahucios y en favor de autónomos y pequeños empresarios, eliminar la duplicidad de cargos y competencias, medidas concretas para fomentar la agricultura y la energía ecológicas, presupuestos participativos, la retirada de los políticos de la gestión directa de los servicios... para terminar con un sistema de evaluación popular de la labor de los políticos para que los ciudadanos puedan pedirles responsabilidades por el cumplimiento o incumplimiento de dicho contrato.



La estrategia la diseñó José Luis en lo que llamó su "cuaderno de guerrillas", en el que anotó con precisión el por qué y para qué de la candidatura y cada detalle de la campaña, con ideas que aún estábamos lejos de pensar que iban a eclosionar en el Toma la Calle, tales como: "nos han robado el futuro, infundido el miedo a la pobreza, matado la ilusión"; nos presentamos porque "los causantes de la crisis, banqueros y constructores, no están en la cárcel", "hay que hacer un asalto al poder con la democracia por bandera", "La solución son las personas, el espíritu, la ilusión, la esperanza", "Los ciudadanos tienen que rebelarse y tomar el control", "La mayoría tiene que dejar de ser silenciosa y abrirse paso". La campaña incluía, por cierto, un foro público en la plaza de San Isidoro recordando las primeras Cortes Leonesas, recuperando ese espacio como lugar de debate abierto.

La filosofía se plasmó en un manifiesto, "¡A la plaza! Panfleto para jóvenes sin futuro y adultos mal aparcados por la crisis", que inútilmente intentamos que leyeran, debatieran y asumieron los indignados que acampaban en Botines y que, en ese momento, preferían el camino de la abstención. Entusiasmados con el movimiento 15-M, al que quisimos dar forma antes de que éste existiera o, al menos, se diera a conocer públicamente, nos sentimos como una audaz barca que se adentra en el sucio y tenebroso mar de la política con el mapa del tesoro como bandera y, en lugar de servir de guía, es arrollada por la marea de "los nuestros".

Creo que nos pasaron por encima porque no nos vieron, puede que porque los medios de comunicación de León nos volvieron la espalda con desdeñosa actitud de menosprecio. Hoy pienso que tampoco nos vieron porque íbamos demasiado por delante. Tres años han hecho falta para que ese fértil e ilusionante movimiento haya decidido intentar cambiar las cosas, no sólo (que también) asaltando calles y plazas, sino asaltando las instituciones, jubilando a los políticos corruptos y a los honestos pero cobardes, porque los dos caminos son uno y necesarios para tomar las riendas del mundo que habitamos y reinventar el futuro. Ahora, sí, podemos.






martes, 27 de mayo de 2014

¡Pero vaya si podemos! (y Euroelecciones 2)




Ganó la ultraderecha, pero también ganó la izquierda. La izquierda de verdad, que es la que ha superado el propio concepto de izquierda; la que centra sus propuestas en la superación de la crisis económica hacia un sistema más justo, con un discurso humanista y valores democráticos. Equo, con una visión verde del futuro, y Podemos, con una visión más social, han dado forma, por fin, a una nueva izquierda, la que el PSOE no quiso crear, maniatado por los mezquinos intereses de sus dirigentes, su estrechez de miras y su cobardía política; la que Izquierda Unida no consigue representar por si misma, lastrada por su complicidad en entidades como las cajas de ahorro o su deriva sindical.

Las Elecciones Europeas han puesto de manifiesto la realidad política del país gracias a la circunscripción única. No sucedería lo mismo en unas Elecciones Generales, donde no se cumple la premisa democrática de que valga igual el voto de cualquier persona. Por ello, lo primero que habría que reclamar a voces -y no lo veo en sus programas electorales- es que se cambie de una vez la Ley Electoral. Si eso no sucede, será imprescindible la unión.

De todos modos, y como bien ha dicho Pablo Iglesias, esto no debe considerarse un éxito. Es sólo el primer paso. Y no el único. Su presencia en Europa no será suficiente, por ejemplo, para propiciar una unión política y fiscal, que no sólo monetaria, o para que la Unión recupere algo de su perdido prestigio. Hay, desde luego, que mantener la movilización. Como escribió José Luis Estrada, "el éxito del 15-M se debió a que la indignación se materializó en las plazas públicas y mantuvo la tensión que genera la incertidumbre, provocando una auténtica revolución cultural en sus protagonistas y el desasosiego en sus oponentes". Esa tensión debe continuar y que nadie espere que el camino será corto.

El principal peligro, en estos momentos, la ultraderecha: Europa se divide entre los que sienten indignación y los que sienten rabia. Hagamos lo que POEMOS para que ganen los indignados.

lunes, 26 de mayo de 2014

Ganó la mujer barbuda (Euroelecciones 1)



No, no la misma que ganó Eurovisión (¡ojalá!), ésta se llama Marine y su impostura es más sibilina, pues pone las barbas del patriotismo al rostro de los instintos más egoístas y crueles del ser humano, que son los que alimentan el ultranacionalismo. Sus seguidores afirman que no son racistas, pero "cada uno a su casa", algo que no pensaban cuando Francia invadió militarmente buena parte de Canadá y Estados Unidos, las islas de Las Antillas, Guadalupe, Martinica, Tahití, las Islas Marquesas, la Guayana Francesa, Argelia, Túnez, Marruecos, África Occidental, Mauritania, Senegal, Malí, Guinea, Camerún, Costa de Marfil, Níger, Burkina Faso, Benín, África Ecuatorial, Gabón, la República del Congo, la República Centroafricana, Chad, Yibuti, Madagascar, las Comoras, Laos, Camboya... y Nueva Caledonia, que aún es su colonia. Marine, la que tomó la palabra en un mitin de la pasada campaña electoral europea tras escuchar con su dulce sonrisa decir a su padre que "el señor Ébola puede solucionar el problema de la inmigración en tres meses" y que no hace tanto llamó a los enfermos de sida "sidaicos, una especie de leprosos que son un peligro para el equilibrio de la nación". Marine, tan rubia y maternal, la que pone el rostro angelical a la barba salvaje de su padre.
Pero ese engendro es también Pia Kjaersgaard, la líder del Partido Popular Danés, la victoriosa ultraderecha en el país más feliz del mundo que, junto con el resto de los países escandinavos, ha sido la referencia para la izquierda europea; o los líderes de la ultraderecha austríaca (Jörg Haider), holandesa (Geert Wilders), británica (Nigel Farage), griega (Ilias Kasidiaris), húngara (Fidesz)... Todos han tenido una subida espectacular en estas Elecciones y demostrado lo que José Luis Estrada vaticinó en "¡A la Plaza!", que "están sacando un enorme provecho del sistemático descrédito de la política, de los políticos y del Estado defensor del bien público que llevan a cabo las fuerzas corporativas del mercado".
No, no es espontáneo este aterrador proceso, como no es casual que sean los trabajadores y los jóvenes, principales víctimas de la crisis, quienes lo hacen posible. Se explota el miedo para preparar un régimen totalitario, como tantas veces se ha hecho a lo largo de la historia. Primero debilitaron la democracia con el veneno de la corrupción y de la ineficacia de las instituciones (especialmente, de las europeas) y ahora, sencillamente, preparan su asesinato. 
"Se trata de trasladar el corporativismo empresarial al poder político" y la ultraderecha sólo está haciendo el trabajo sucio a los dirigentes del Mercado, pues el corporativismo trabaja siempre de ese modo, desde dentro, como el parásito que devora al animal que ocupa, pero también ha sucedido en otras ocasiones que se les vayan de las manos, que dejen de ser controlables. Lo dejarán fácilmente si los demás partidos, de derecha y de izquierda, dejan de hacerles el juego intentando frenar su xenofobia con xenofobia, su racismo con racismo, su nacionalismo con nacionalismo... porque la democracia sólo se cura con más democracia.
Sí, el fantasma del fascismo vuelve a recorrer Europa.

viernes, 18 de abril de 2014

Tiempo de pasión



En los apasionados años universitarios, algunos amigos se hicieron fanáticos de un equipo de fútbol, otros de un grupo de música... yo, de Cortázar y García Márquez pero, mientras el primero concitaba la misma simpatía entre mi grupo de amigos, el segundo resultaba controvertido, y yo tenía que abogar en favor de sus palabras con la vehemencia con la que otros defienden "unos colores". Mi madre, que descubrió la literatura con "Cinco horas con Mario" de Delibes, encontró la pasión por la literatura con "Cien años de soledad", que permaneció siendo siempre su libro favorito. Sí, ese hombre despertaba la pasión; cómo no, cuando inventó algo como el denominado realismo mágico, que nunca he terminado de dilucidar si convertía la realidad en magia o la magia en realidad.
He de confesar (que no me oigan mis hijas) que esa pasión fue tal que, en una ocasión, entregué mis favores amorosos (el pudor me impide decirlo de otro modo) a un hombre sólo porque, tras muchas negativas, me declaró: "No importa. Esperaré. Esperaré al menos los cincuenta y tres años, siete meses y once días, con sus noches, que esperó Florentino Ariza", en obvia referencia a un libro de García Márquez que él desconocía que era mi favorito: "El amor en los tiempos del cólera".

Pero García Márquez fue, además y sobre todo, una pasión madura. Me "enamoré" de él por segunda vez, no como escritor, sino como periodista. Compartía con José Luis la única y excepcional experiencia de periodismo libre que tuvimos el privilegio de vivir, al frente de Diario 16 Burgos; libre, he de explicar, porque fueron los últimos años de un grupo editorial endeudado que ya no se sabía de quién era y, por tanto, ignorados hasta por nuestros jefes en Madrid y en la apasionante época del Caso de la Construcción y de la verdadera transición a la democracia de Burgos, pudimos hacer periodismo de verdad. Fue él, José Luis Estrada, quien me descubrió al García Márquez periodista y me mostró su famoso discurso ante la Sociedad Interamericana de Prensa, que pronunció en 1996 con el título de "El mejor oficio del mundo", para avalar su teoría de que el talento periodístico no está ligado a la carrera de periodismo sino a otras cualidades que él resumía así: leer, leer y preguntarse siempre el por qué de las cosas. Sabía que lo decía por mí; de hecho, siempre rechazó pertenecer a ningún colegio oficial de periodistas por lealtad a mí: "No pinto nada en un sitio en el que tú no puedas estar", decía. Pero en ese discurso encontré mucho más y, de hecho, me lo aprendí de memoria. Aún puedo citar frases como: "El periodismo escrito es un género literario", "La creación de las escuelas de periodismo fue una reacción escolástica contra la falta de respaldo académico", "La lectura es, para los periodistas, una adicción laboral" (¡cuántas veces repetí esta frase a los chicos y chicas de prácticas!), "La prisa y la restricción de espacio han minimizado el reportaje, el género periodístico estrella, que requiere tiempo, investigación, reflexión y dominio del arte de escribir" o "Hay que rescatar para el aprendizaje el espíritu de la tertulia de las cinco de la tarde", que José Luis y yo llamábamos nuestro café-prensa.

García Márquez se convirtió en nuestro referente periodístico cuando cerró el Grupo 16 y decidimos crear juntos el Diario XXI. García Márquez, fundador de la revista Alternativa, había creado la Fundación para un Nuevo Periodismo Iberoamericano y pensamos que eso era, por encima de todo, el deber de un intelectual. Es importante, desde luego, que un intelectual tenga un compromiso social (mediante la colaboración con causas de tipo social, humanitarias y políticas), pero es al menos igual de importante que tenga un compromiso intelectual, invirtiendo el dinero que gana mediante su arte en una causa que suponga el progreso cultural; ¡y qué causa más importante puede haber que la libertad de información, base de la libertad de opinión, expresión y decisión sobre la que se funda el sistema democrático! De ese modo, recabamos la ayuda económica de los intelectuales burgaleses y he de decir que respondieron afirmativamente los más relevantes, entre ellos Vela Zanetti o Juan Vallejo. La aventura, verdaderamente romántica (¿o he de decir que fue una experiencia de realismo mágico?) no terminó bien, pero eso no la hizo menos necesaria y personalmente enriquecedora.

Hoy es aún más necesaria, y yo quiero aprovechar la muerte de Gabriel García Márquez para reivindicar, una vez más, un periodismo independiente y libre, totalmente imposible mientras los medios de comunicación estén en manos de constructores u otros empresarios que asumen un mal negocio para hacer buenos negocios en otros sectores, mediante la utilización de ese medio de comunicación como arma de presión a las instituciones políticas, es decir, como chantaje puro y duro. No, no hay libertad informativa, no la hay en absoluto ni la habrá hasta que los medios de información no estén en manos de intelectuales. Es más, me atrevo a decir que tampoco hay verdaderos intelectuales si éstos no asumen su responsabilidad intelectual con la sociedad en la que viven.
 
 
 
 
 

martes, 1 de abril de 2014

La niña de Rajoy, tres años después


Una familia, una vivienda y unos padres con trabajo. Eso deseaba Rajoy, hace tres años, a una niña que naciera en España; eso prometía si era elegido presidente. Y como eso le parecía "lo mínimo", iba más allá y le deseaba una educación "tan buena como la mejor", pasearse "por el mundo sin complejos" (no se refería a los que terminan brillantemente su carrera para irse a hacer camas a los hoteles alemanes,supongo) y que la niña en cuestión fuera "un heraldo de la libertad, de la tolerancia y de los derechos humanos, porque habrá crecido en libertad y no tendrá miedo a las ideas de los demás y habrá aprendido a respetar a todos los que respetan la ley"... en clara alusión a su futura "Ley Mordaza". No sigo con la cita porque me emociono, pero recordaré que, en el segundo debate, sintiendo lo bien que le había quedado la alusión a la niña, terminó diciendo: "El otro día hablé de una niña. En esa niña pienso, en esa niña que va a crecer, que tiene que estudiar, que quiere tener una vivienda. Esa niña está en mi cabeza, esa niña es la que mueve mi sentimiento y mi corazón. Esa niña".

Esa niña es hoy, sin duda, parte de los dos millones y medio de niñas y niños españoles que pasan hambre y frío en sus casas. O en casa de los abuelos, porque sus padres perdieron la suya. Esto dice el informe de Cáritas: Hoy hay trece millones de pobres en España; el segundo mayor índice de pobreza infantil en Europa, tras Rumanía; la mayor tasa de abandono prematuro de la escuela; más de seis millones de parados; dos millones y medio de niños en la pobreza. Y el ministro de Economía, en su inmenso cinismo, responde que el error es de Cáritas por publicar ese informe.

Lo que más lamento es que los padres de esos niños, esos adultos desesperados, no saben, en muchos casos, contra quién volcar su desesperación o la vuelcan sólo contra Rajoy sin ver quiénes manejan a ésta y las demás marionetas que pueblan la política nacional. Lo que más lamento es que puede que vuelquen su rabia contra el que está delante en la cola del paro (ése que viene de África a quitarle el sitio) o detrás en la del comedor de caridad. Lo que más lamento es que, muy probablemente, no leerán, ni se informarán, ni se manifestarán, ni votarán. Sólo pueden pensar en cómo encontrar comida; en cómo vencer el frío de esta primavera inclemente.


domingo, 16 de marzo de 2014

FETICHES


Sé que estás ahi,
en la nube, el pájaro, la música, el sol
en el balcón, la onda en el agua...
Sé que estás aquí

pero sigo buscándote.

Me visto tu ropa, duermo con tu colonia
impregnando la almohada,
releo tus cartas y lamo tus cenizas.
Y todo me sabe a poco,
veintiún gramos no bastan a quien
lo tuvo todo.

Así que sé que estás aquí y yo te busco.

Busco tu vello en el aspirador,
busco tu aliento en el espejo,
tu mano en mi espalda,
tu calor en mis pies, busco
tu pelo en el peine y tu sudor
en mi boca,
busco una escama de tu piel,
una uña rota
por los rincones de la casa,
busco
la pelusilla que encontraba en tu ombligo,
el sonido de la llave en la puerta, de tus pasos
y tus ronquidos,
tu saliva en la taza, el polvo atrapado
en la suela de tus zapatos,
la humedad de tu piel bajo la bata,
la mancha que dejaste
en la pared, tu sombra
en cada sombra dibujada.

Miro la vida como un estereograma,
guiñando los ojos, mirando al fondo y más allá
para que la vida
recobre tu forma.
Y voy dejando un caminito de lágrimas
para no perderte.


SOBREENTENDIDOS


Sólo tú, que no estás, puedes saber por qué
me siento en esta mesa, por qué he elegido
este bar
y lloro con esta canción
y río con esa imagen y tengo, de pronto,
el gesto ausente. Por qué evito esa calle
o me asombro sin aparente motivo.
Sólo tú, que ya no estás, conoces
todos, todos mis pensamientos
y el desbocado latido de mi corazón.
Sólo tú oyes la música que suena
en mi cabeza, sabes el chiste que me hace reír.
Porque mis frases son sólo
el final de las tuyas y sin tu voz quedan
inconclusas mis palabras. Sólo tú,
y no estás,
me sobreentiendes.

HOY


Hoy es el día.
Dentro de ti, la pócima ha empezado a hacer efecto.
En la revisión
rutinaria
el médico dicta
tu sentencia.
Te quedan meses, quizá días,
para cancelar tus planes
con el futuro.

Hoy es el día.
Llave de contacto, cinturón, emisora musical.
Y un niño 
se te cruza. Morirá.
Tú también... de otro modo.

Es el día. Tenlo en cuenta.
El Vesubio escupe su fuego
y consuma
vuestro último abrazo.

Hoy es el día.
Al otro lado del teléfono, una voz anuncia:
tu hijo (sí, ayer le reñiste por sus malas notas) ha tenido
un accidente fatal.
El día en que tu madre muere
(¿y no era ayer cuando habías quedado en visitarla?).

Hoy te conviertes en huérfana.
Hoy queda tu cama vacía.
Hoy, ahora -y aún no lo sabes-
se ha acabado todo.
Todo.


sábado, 25 de enero de 2014

La conjura de los necios


Lo aterrador, lo verdaderamente aterrador, no es que nuestra presente civilización la haya creado un grupo de malvados, sino que son idiotas. Dueños de las grandes corporaciones, especuladores, banqueros... pero también catedráticos de Economía y políticos de prestigio... no sólo los dirigentes económicos y políticos, sino también intelectuales, perpetraron, bien por avaricia, bien por ignorancia (o ambas cosas) la gran mentira de la globalización que sumió al mundo pobre en una pobreza aún mayor y al mundo rico en las más flagrantes desigualdades y el hundimiento de la clase media: la crisis. Creando un lenguaje tan hermético como vacío, nos apabullaron con una ingeniería financiera que no era sino chapuza y la idea de que la economía es la base de la civilización. Como bien analizó José Luis Estrada, convirtieron a los Mercados en dioses incuestionables tras los que se oculta una panda de necios conjurados en su propio beneficio. No ha habido la menor sofisticación ni económica ni intelectual, sino error tras error, empezando por el principal: el de creer que la sociedad se maneja a través de la economía en lugar de servirse de ella. Una vez se ha descorrido la cortina, el grande y poderoso mago de Oz ha resultado ser un chapucero (o unos cuantos) repitiendo durante cuarenta años una idea fracasada.

Y los errores -que a estas alturas todavía son incapaces de reconocer- han ido socavando, uno por uno, los cimientos de la democracia, empezando por la política y terminando por la educación. Ah, y pasando por la naturaleza, porque todo vale en la absurda idea neoliberal de que el dinero es una fuente tan inagotable como la ambición de quienes, de forma ultrajante, lo acumulan.

El último esperpento que he leído ("Le Monde Diplomatique" del mes de diciembre) a Jean Marie Harribey se refiere a los últimos estudios de los "grandes" economistas del Banco Mundial, del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico, de la Unión Europea, etcétera, preocupados por la sospecha de que, quizá, al menos la naturaleza no sea tan inagotable como el neoliberalismo supone y, por ello, se están dedicando a "valorarla". Por ejemplo, y para que mis lectores (si los hubiere) se enteren, los servicios prestados por los murciélagos en Estados Unidos valen 22.900 millones de dólares anuales, que es lo que cuesta el ahorro en insecticidas; los servicios prestados por los insectos polinizadores ascienden a 190.000 millones de dólares al año (¡y ellos sin enterarse!)... y, en suma, los servicios prestados por la naturaleza están entre los 16 y los 54 billones de dólares.

¿Pero en manos de quién estamos?, cabe preguntarse. Esta gente que salva bancos pero no países, que transforma en capital la cultura, el conocimiento o la fotosíntesis; que gobierna el mundo... no tiene el sentido común del más humilde de nuestros ancestros cavernícolas.

Si ya lo dijo Antonio Machado: sólo el necio, confunde valor y precio.





lunes, 20 de enero de 2014

Tu regalo de cumpleaños: Gamonal


Esta vez tengo un buen regalo que hacerte: Gamonal. Ese barrio tan feo, con esa interminable Calle Vitoria que parece haber sido diseñada para un desfile militar más que para el paseo vecinal y con la que comienza otra ciudad, la obrera, adosada -que no unida- a la ciudad burguesa. Era, claramente, la ciudad de la esperanza, el barrio del que surgían, como flores de salvaje belleza, nuestros mejores lectores. También allí, por supuesto, había puesto la mano "el jefe", pero ahora, cuando Gamonal se ha convertido en la Cubierta C del Titanic - la de los pasajeros de tercera-, quiso poner el pie y dar la patada con la que se consigue que brote el dinero del barro negro. Y la patada la han dado ellos, los vecinos, hastiados de que Méndez Pozo -que no sólo es "el jefe" sino, hoy, símbolo de todos los jefes que manejan nuestro presente y el futuro de nuestros hijos en su exclusivo beneficio y cuya avaricia no tiene límites ni escrúpulos- quisiera extrujar su penuria para seguir enriqueciendo sus cuentas y su poder. Dieron la patada y tembló la Calle Vitoria, y Burgos entero, con una onda expansiva que ha traspasado todas las fronteras. Los ciudadanos quieren volver a ser ciudadanos, no clientes. Salieron a la Plaza. Y no. Sé que no es el regalo que mereces y merecen quienes ocuparon tus horas de pensador, escritor, periodista; las víctimas de una crisis que predijiste inevitable y violenta; no es suficiente regalo, pues la victoria del pueblo también servirá para engordar sus bolsillos y los de otros; sé que nada ha cambiado excepto que crece la lista de víctimas, que no se dibuja aún esa nueva sociedad, esa democracia real que debiera surgir de las cenizas de los especuladores, pero sé, sabemos, que de la Plaza del Sol a la Calle Vitoria va fluyendo, lenta, pero quizá inexorablemente, la energía que puede revolucionar este sistema sin sentido, hecho por unos pocos a base de errores y codicia. Es un regalo humilde, pero a través de las lágrimas puedo volver a ver tu sonrisa hoy, 20 de enero, el día que debías cumplir los 55... bonita cifra, de las que a mí tanto me gustan.
Feliz cumpleaños, amor mío.



jueves, 12 de diciembre de 2013

Tontas


En estos días en los que contemplamos impertérritos cómo el Fiscal Anticorrupción ¡se opone! a que el juez Castro (¡qué poco le queda para que lo acusen de prevaricación y lo destierren!) impute a la infanta Cristina por fraude a la Hacienda Pública y blanqueo de dinero, a mí me preocupa qué será de Agustina Álvarez. 

Esta señora es la alcaldesa (del PP) de Cubillas de Rueda, un municipio de poco más de quinientos habitantes que, justo en los días previos a las Elecciones Municipales, sufrió un curioso crecimiento de su población, con 29 nuevos empadronados. No es habitual, desde luego, en un municipio que, en el último decenio, ha perdido unos trescientos habitantes, de modo que la Oficina del Censo Electoral pidió a la alcaldesa que confirmara que, en efecto, esos empadronamientos eran reales. Ella, con mucha soltura, afirmó y firmó que lo eran, pero después se comprobó que los nuevos vecinos se habían empadronado en casas vacías o que, sencillamente, no existían. No hace falta ser muy listo para imaginar a quién votaron. El caso es que ella, al parecer, tampoco es muy lista, porque en el juicio, celebrado hace un mes, la señora alcaldesa se defendió diciendo que es un ama de casa con estudios de EGB que se limitó a firmar lo que escribieron los funcionarios.

Y he aquí por qué me preocupa tanto el caso de esta señora, que se atreve a presentarse para dirigir los asuntos públicos de su municipio y luego alega que es una inculta que firma sin leer y no se entera de nada pero que, eso sí, sigue siendo alcaldesa. ¿Es que ha cundido el ejemplo de la infanta, una señora que se casa con un tipo que, según han publicado Eduardo Inda y Esteban Urreiztieta, ya era un chorizo cuando se conocieron, con el que ha participado en la gestión de empresas fantasma con cuyos beneficios ha llevado y lleva una vida de lujo asiático (gastaron con cargo a Aizoon y en sólo cuatro años 58.000 euros en billetes de avión y tren, 13.816 en restaurantes, 10.271 en hoteles, 8.312 en joyas...) y dice no tener nada que ver, haber firmado sin saber qué, ostentado cargos sin enterarse de nada y, en definitiva, ser tonta pero, eso sí, sigue gastando a manos llenas y ejerciendo un alto cargo?

Decía Rudyard Kipling que "la más tonta de las mujeres puede manejar a un hombre inteligente, pero es necesario que una mujer sea muy hábil para manejar a un imbécil". ¿Quién maneja, pues, a quién, en la familia Real? ¿Dónde está la habilidad y dónde la imbecilidad?

Sea como fuere, no son casos únicos. La historia de la corrupción está llena de hombres podridos de dinero e infamia con mujeres que se hacen las tontas. Es más, imagino que esa mala costumbre tiene que ver con el papel de tontas que los hombres han dado a las mujeres durante siglos. Lo que me parece nuevo y terrible es que, después de tanta sangre y lágrimas que ha costado la lucha de la mujer por su dignidad y por ejercer el poder en igual medida que los hombres, haya mujeres que opten por esa cobarde actitud habiendo, de hecho, accedido a ese poder. Y es que no estamos hablando de mujeres oportunistas que viven a la sombra de un marido rico dedicadas a sus labores de florero, sino de mujeres que también tienen, en mayor o menor medida, el poder en sus manos, desde una alcaldesa de pueblo a una infanta, pasando por la ministra de Sanidad. 





domingo, 10 de noviembre de 2013

La lista


Aquí estoy, ya sabes, con mis listinas
pulcras e interminables.
Hoy tacho comprar comida
sin mirar
al mendigo de la puerta,
no mojar las sábanas
con el llanto que contuve
durante el día,
recordar a las niñas
cuánto las queremos.
Tacho las tres cosas
-¡qué extraño e interno placer
superponer la recta sobre
las letras curvas, prenderlas
con un trazo al infinito geométrico!-
Y añado:
sacar fuerzas de la flaqueza,
sueños del insomnio,
confianza del rencor,
indignación de la pesadumbre,
presente del pasado roto,
manos tendidas
de los muñones del miedo.


martes, 5 de noviembre de 2013

Todos los santos


Acabó el puente de todos los santos, donde los muertos son esos seres añorados a los que llevamos flores, pero también ánimas que vagan entre nosotros, de modo que su ausencia nos impele a mostrarles que no habitan el olvido, pero su presencia nos perturba. La importación de la fiesta de Halloween la ha convertido también en una parada de los monstruos con la que, supongo,  nos burlamos de forma histérica e histriónica de nuestro miedo a morir. Así que toda la celebración es un caos, como probablemente lo sea nuestra relación con la muerte, llena de sentimientos encontrados. Cada cultura ha ido elaborando su propia relación con la muerte, tan diversa como la esperanza en la reencarnación o la alegría jubilosa de algunas tribus africanas.
Lo que importa no es la muerte sino la forma de morir.
El horror este puente ha estado pintado en las máscaras, pero no en las de vampiros sedientos de sangre o zombis podridos. El horror está en la máscara con la que nos impedimos ver la sangre y la podredumbre real.
Cien cadáveres en las arenas del Sáhara, casi la mitad de niños y niñas, muertos de sed al intentar atravesar el desierto en busca de una vida que les dé la oportunidad de ganarse la vida, el derecho a vivir. Cientos de muertos flotando en las costas de Lampedusa y 114 supervivientes deportados y multados. Veinte mil gitanos, la mitad de los cuales son niños, temblando de miedo porque pueden perder cuanto tienen y tener que emprender el éxodo de su país, Francia.
El horror es pensar que el Mare Nostrum es, realmente, nuestro, el de quienes nacemos en una de sus orillas. El horror es pensar que el escaso 4 por ciento que forman los inmigrantes extranjeros en Europa pone en peligro nuestra civilización. El horror es multar a los lampedusianos que ayudaron a sobrevivir a seres humanos con su mismo derecho a la vida y no perseguir a quienes les dejaron ahogarse o recluir a los "afortunados" supervivientes en campos de ignominia donde tienen que dormir a la intemperie. El horror es que el presidente de Iberdrola viva con un sueldo de siete millones y medio de euros y millones mueran sin nada.
Giuseppe Tomasi di Lampedusa, príncipe y autor de "El Gatopardo", escribió en esa novela la célebre frase de "hace falta de algo cambie para que todo siga igual". Pues ahí estamos.


viernes, 1 de noviembre de 2013

Letanía para el 1 de noviembre


Señor de las aguas, roble milenario,
el habitante del faro, el vigía
del bosque, guardián
de manantiales y regueros
que emerge desnudo del lago;
constructor de chozas, de ideas
y canales en la arena,
de prendedores de hojas y flores,
de aromas; espejo de la hierba mojada
y de la escarcha en la ventana;
inventor de mapas, cabal;
escudo de avispas, polillas 
y pesadillas,
gran cazador de mosquitos y temores,
ojos sin nubes cristal del prado,
espuma blanca en el rugiente mar de la noche,
abrazo, cálida arena, 
número capicúa -y esos hoyuelos que adoro-, 
el guardarríos, rey del amanecer, 
el horno del pan, el fuego
en invierno, la cama caliente
y la mano que envuelve, que irradia,
que lleva prendido el gatito huérfano,
atlante de todas los pesares,
amigo de los pájaros diminutos y los
solitarios autillos,
pacífico habitante del adobe,
olor de café y lavanda
en la mañana;
ladrón de nueces verdes, lilas y moras, 
hortelano de las palabras, 
el camino de estrellas, brújula,
hilo de Ariadna, flecha
en el tortuoso sendero, guía de durmientes
en las madrugadas,
siesta, sonrisa, sombra,
perfume, ágora,
fresa silvestre,
maletín de sueños,
pan de raposa para el hambriento,
transparente campo de rocío,
el gran gigante bonachón,
dulce Gulliver; el tesoro escondido
en lata y cartón,
reloj de muñeca y bolsillo, carillón,
despertador de conciencias;
sueco, canadiense, hindú;
bosque y más bosques,
agua y más agua,
libros,
iris, nido, maíz tierno, ave
migratoria, leal cigüeña, silencio,
rumor de fuente,
naranjo y limonero, carta
de amor, tierra húmeda,
árbol frutal,
el más vivo de todos los muertos.




viernes, 11 de octubre de 2013

El quinqui de la esquina


La crisis está hundiendo el barco social como el iceberg al Titanic. Por supuesto, el agua empezó a inundar los sótanos y los pisos más bajos, en los que se alojan las clases sociales más vulnerables, empezando por los inmigrantes, siguiendo por los obreros y trabajadores por cuenta ajena con peores contratos y, después, trabajadores con más de 45 años o menos de 25, interinos de la Administración... Pero la cosa no ha terminado ahí. El agua ha inundado los camarotes de profesionales liberales ligados a sectores en crisis, como arquitectos o periodistas que, hasta hace poco, formaban parte de una clase media más o menos acomodada; ha tocado a los intocables funcionarios, a los comerciantes... ésos que, en mi adolescencia llamábamos pequeñoburgueses, y que con los años de democracia y bienestar se hicieron "mayores" y conformaron la burguesía urbana. 

Quienes provocaron la crisis -banqueros, especuladores, directivos- no sólo están a salvo, sino que obligaron al pasaje a vaciarse los bolsillos, antes de echarles por la borda, para comprarse lujosos helicópteros en los que han huido allá donde no llegan los gritos de auxilio de los ahogados.

En medio, la clase media alta, la de quienes exprimieron la sociedad del bienestar en su favor -constructores, grandes empresarios, consejeros y muchos políticos- se aferran a proa, cara al viento, confiando en que, si caen, los pasados beneficios les librarán de mojarse los pies.

Pero aún queda una clase media. básicamente la de profesionales, funcionarios de niveles altos, medianos empresarios, rentistas y quienes, de un modo u otro, se han librado de la quema, que se encarama al palo mayor con desesperación. Su preocupación no es, como antes, la de ascender, sino la de no resbalar y, por ello, patean sin compasión a quienes intentan aferrarse a sus piernas y miran hacia abajo con el desprecio que provoca el miedo. Son ésos que, cuando, casi a diario, ven recortado (¡qué demonios recortado! ¡arrancado de cuajo, mas bien!) alguno de sus derechos, no se quejan de quienes los van acumulando ilegítimamente, sino que dicen cosas como "¿por qué el quinqui de la esquina puede aparcar donde quiera y a mí me obligan a pagar el vado?" o "¿por qué cualquier inmigrante puede llevar a sus hijos al colegio y mi niño no tiene plaza donde yo quiera?", "¿por qué cualquier gitano tiene una ayuda y yo...?"...

Son, en definitiva, el monstruo vociferante que han creado los dueños del Mercado para que no oigamos el ruido de sus fiestas; son los votantes de Marie Le Pen, del Amanecer Dorado... de esa ultraderecha que sólo sabe mantenerse a flote sobre las cabezas de los más débiles y que, sobre todo, evita que éstos tiren piedras a los helicópteros.

martes, 24 de septiembre de 2013

Vuelta al cole



Empezó el curso. Ya están los niños y niñas donde deben de estar: sentados en una silla lo más quietos posible (¡ah, qué lejos quedó la Escuela Peripatética!). Se les enseñará una Historia sin sentido, en la que se empieza por unos señores que vivían en cuevas, pero que no se sabe muy bien donde terminan y, sobre todo, qué relación tienen con nosotros; una historia a cachitos, como quien coge un lienzo y pinta un caballito y, cuando está perfectamente pintado, a su lado hace un árbol... pero sin visión de la obra completa. Aprenderán en Science a decir en inglés cosas tan útiles como citoplasma o cloroplastos, mientras en la clase de Inglés el profesor les hablará en español; eso sí, es probable que les enseñe el Past Tense antes de que, en Lengua Española, aprendan a conjugar un verbo. Aprenderán lo que es una célula y las mil y una partes y clases que hay, sin saber nada sobre el origen de la vida ni, mucho menos, su sentido, puesto que no se estudia Filosofía. Van a aprender a tocar el Himno de la Alegría con la flauta, pero no van a escuchar a Beethoven. Van a aprender a hacer todo tipo de recortables y collages, pero no verán un cuadro. Aprenderán a hacer cuentas, sistemas de ecuaciones o raíces cuadradas, pero no lo que cuestan las cosas ni el origen del dinero ni su papel en el sistema en el que vivimos. Harán gimnasia, pero les venderán bollos y refrescos en la puerta. Les enseñarán algo sobre los hábitos de vida saludables, pero les joderán la espalda para siempre con la mochila. Les recomendarán la lectura de algunos libros, pero no les enseñarán a leer el periódico. Y, por supuesto, memorizarán montañas de información, pero no aprenderán a coser un botón, a preparar una comida sencilla y saludable, planchar una camisa o manejar una llave inglesa; es decir, a ser personas autónomas capaces de sobrevivir por si mismas. 


Por la tarde, llegarán a casa con montañas de deberes y serán las madres las que, cuando no hagan de chófer para desplazar a sus agobiada prole de una a otra inevitable actividad extraescolar, tendrán que convertirse en señoritas Rotenmeyer, ocupadas en explicar, ayudar, corregir y, sobre todo, reñir y, claro está, sin tiempo para hablar de lo que realmente les importa. Y, finalmente, las criaturas se sentarán a ver un rato la tele, que les convencerá de que aprender es inútil porque el triunfador es siempre un ignorante; o bien podrán conectarse un rato al Tuenti para dar rienda suelta a su segunda personalidad y vengarse en un ciberespacio sin normas, familia ni ética, mostrándose todo lo soeces, analfabetos, superficiales, exhibicionistas, precoces y hasta crueles que puedan.

La cosa acaba el viernes por la tarde cuando, por fin, pueden ir todos, padres e hijos, al psicólogo.