viernes, 15 de octubre de 2010

...Y la funcionaria de baja

Desde luego que el fraude fiscal es lo primero, pero no creo que eso para que también haya que controlar las bajas de quienes, cobren mucho o poco, no cumplen con su trabajo, lo que supone una carga extra de trabajo para sus compañeros y un servicio deficiente para el público. Hay casos sangrantes. Conozco uno: el caso de una funcionaria que, disgustada cuando cambió su jefe, decidió no volver a trabajar. Durante tres años, los que duró su nuevo jefe, sencillamente sólo acudió a su puesto de trabajo, con un aspecto de lo más saludable, para ir depositando baja tras baja: unas por estrés, otras por depresión, otras por gripe, otras por "gripe ansiosa", otras por trastornos relacionados con la menstruación... unas encadenadas a otras hasta sumar la casi totalidad de los tres años en que tardó su novio en volver a ser su jefe.
Francamente, ¿puede ser eso admisible? Eso sí, no entiendo bien que haya que pagar más al médico que le niegue la baja: lo que yo creo es que habría que sancionar al médico que le estuvo facilitando bajas indebidas y al inspector que tendría que haber evitado el fraude. Porque la cuestión no es incentivar el trabajo bien hecho (además de ser dudoso que no firmar bajas sea un trabajo bien hecho), sino, en éste y tantas otros ámbitos, el trabajo bien hecho de los inspectores. Desde mi punto de vista ésa es la grieta por la que no funciona la administración: porque no funcionan los servicios de inspección.
A raíz del anuncio de rebaja del 5 por ciento en el sueldo de los funcionarios ha cundido una oleada de apoyo a este colectivo, recordándonos, por ejemplo, que no todos son iguales (¡obvio!) o que tienen sueldos bajos. Eso de que, a cambio de un puesto fijo, ellos cobran menos, es ya un mito. Para empezar, muchos realizan trabajos privados con los que aumentan su sueldo y, habitualmente, no aumentando sus horas de trabajo sino detrayéndolas de sus trabajos públicos. Para continuar, los sueldos de los trabajadores en empresas privadas cada vez son más bajos, por no hablar de la creciente inseguridad laboral.
En suma, el abismo entre trabajadores de la empresa privada y de la función pública es cada vez mayor. Lo irritante es que se baje el sueldo de los funcionarios (no es, en general, sueldo, lo que les sobra) y se haga más fácil el despido de las empresas (ya es facilísimo), cuando lo que habría que hacer es justo lo contrario: que se suba el sueldo de los funcionarios que funcionan y se posibilite el despido de los que no funcionan en absoluto, y que se recorten los sueldos (los altos) en las empresas privadas, pero se les dé una mínima estabilidad en sus puestos.

2 comentarios:

  1. Siento mucho tus tristes experiencias con la administración pública de este país, yo soy funcionaria y al ver tus quejas se me viene a la cabeza algún compañero funcionario, trabajo en la administración de la Universidad y me gustaría también exponer mi punto de vista desde dentro, con toda sinceridad.
    Trabajo en un Centro donde cada día veo a mis compañeros cumplir con su horario y su trabajo escrupulosamente y es justo dejarlo claro, por supuesto hablo del colectivo de administrativos y no de docentes, el cual, en tal caso, debería ser controlado por sus alumnos mediante las encuestas de calidad que se realizan cada curso.
    No es mi percepción igual que la tuya, hablas de que incluso hay funcionarios que a parte de los mil euros de sueldo (por siete horas y media diarias de trabajo) tienen sus trabajos privados, eso Esther la ley lo permite, y personalmente a mi me merece mucho respeto, opinando justo lo contrario que tú, la persona que amplía su trabajo fuera de su horario es imposible que sea un vago sino todo lo contrario, te lo digo por experiencia dado que fueron muchos los años que por esta causa perdí casi enteras mis vacaciones, trabajando incluso los días Navidad, y nunca dejé desatendido mi puesto de trabajo en la administración por culpa de mi segundo trabajo.
    Si bien es cierto que existen personajes como tu cuentas, al menos en la Universidad, que es el ámbito que conozco, se podrían contar con los dedos de una mano.
    Y por cierto me gustaría que escribieran también empresarios en este foro para contar sus experiencias con algunos empleados.
    Hay de todo Esther y es muy injusto que siempre se ataque a los más débiles. Aún así como funcionaria me avergüenzo y siento mucho lo que te ocurrió.

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  2. Tienes toda la razón. Los casos que comento no pueden ser, ni mucho menos, la norma, pero el hecho de que se produzcan ya me parece escandaloso, tanto más cuanto que pone en solfa a toda una administración en la que hay (y tú eres un ejemplo) un montón de personas responsables y trabajadoras. Pero debería haber mecanismos para que, sencillamente, cosas así no sucedan. También es cierto que unas administraciones funcionan mejor que otras, y la Junta, en general (y Bienestar Social, en particular) probablemente esté a la cola de las demás. Y, mientras, muchas empresas privadas funcionan ya con sistemas rayanos en la servidumbre o, si me apuras, en la esclavitud: con trabajadores que ni siquiera cobran y ni se atreven a protestar, constantemente atenazados por el miedo a perderse en ese abismo que es el paro.

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