lunes, 8 de marzo de 2010

Irena Sandler... ¡y feliz Día de la Mujer!

Hace algún tiempo leí, creo que el El País, un reportaje sobre una mujer que desconocía y cuya historia era realmente conmovedora, Irena Sandler. Era una enfermera polaca cuando su país fue ocupado por los nazis. Consiguió un permiso para trabajar en el ghetto de Varsovia y, además de atender a los judíos allí encerrados, se jugó la vida cada día sacando de allí a escondidas a los niños para ponerlos a salvo. Por diversos medios, a veces realmente ingeniosos, y siempre tremendamente arriesgados, esta mujer consiguió salvar la vida a 2.500 niños; los escondía en una maleta, en un saco... hasta en un féretro. En su casa, registraba los nombres de los niños, para que pudieran recuperar su identidad tras la guerra, y enterraba los papeles, metidos en tarros de cristal, bajo un árbol de su jardín; gracias a ese tesoro, los escasos padres supervivientes pudieron reencontrar a sus hijos; los demás, fueron adoptados u acogidos por otras familias.
Irena Sandler terminó siendo capturada por los nazis, quienes la torturaron y la rompieron las piernas. Inválida, esta mujer llevó, tras la guerra, una vida sencilla y anónima, hasta que en su vejez, fue internada en una residencia de ancianos.
Muchos de aquéllos a quienes ella salvó la vida acabaron por encontrarla y ella comentaba, casi con asombro y, desde luego, con emoción, que su habitación en la residencia siempre estaba llena de flores. En la breve entrevista que acompañaba el reportaje, Irena aseguraba que no se consideraba en absoluto una heroína ni había sentido nunca la tentación de dar publicidad a su historia porque no había hecho nada extraordinario, "solmanente hice lo que debía".
El coraje y la humildad de esta mujer deberían haberle valido, no sólo la gratitud eterna de esas 2.500 personas y de sus familias (que, sin duda, la tiene), sino de todo el mundo. De hecho, el año pasado fue propuesta para recibir el Premio Nobel, pero no fue seleccionada.
Hoy, Día Internacional de la Mujer Trabajadora, me entero de que ha muerto, con 98 años de edad. Cualquier reconocimiento llegará, pues, tarde, pero sigue siendo justo y necesario.